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viernes, 14 de septiembre de 2012

MUJERES: PIANISTA VIRTUOSA

Ayer se cumplieron ciento noventa y tres años del nacimiento en Leipzig (Alemania) de la pianista y compositora Clara Josephine Wieck, conocida después por el apellido de Schumann -tomado de su marido Robert.- A ella dedicamos, pues, el homenaje de hoy.

Clara fue hija del profesor de piano Friedich Wieck y de la soprano y pianista Marianne Tromlitz. Al principio, los padres creían que la niña era sorda, pues tardó mucho en empezar a hablar. Y es que en la casa había mucho ambiente musical, pero poco cariño. La madre se llevó a Clara a los cuatro años y a su hermano pequeño, abandonando el hogar. Más tarde, Wieck consiguió la custodia, Marianne se volvió a casar y tuvo poca relación con su hija. El padre pensó para ella una vida de concertista y se preocupó de que su formación fuese completa y de calidad, además de inculcarle una férrea disciplina y de actuar como agente para conseguirle presentaciones en Europa. Clara dio su primer concierto a los once años y en 1831 se fue de gira por París, con bastante éxito. Ese mismo año apareció en Alemania la obra Cuatro polonesas para piano y en 1837 se publicó un concierto para piano, ambos compuestos por la joven Clara.

Al que sería su marido, Robert Schumann, lo conoció Clara en su propia casa,  pues el chico, nueve años mayor que ella, se inclinaba por la composición y quería ser concertista, por lo que acudía a las clases que impartía Fredich Wieck. Con el tiempo, Robert Schumann llegaría a ser uno de los compositores más destacados del Romanticismo alemán. Los jóvenes, a pesar de la diferencia de edad, consolidaron una cálida amistad que se transformó en amor. A los dieciocho años de Clara, la pareja pidió permiso a Friedich Wieck para casarse, pero éste se negó por considerar a Schumann un mal partido para su hija, ya que era bebedor, con tendencias depresivas y con un considerable historial de fracasos sentimentales. Dos años después, ambos se fugaron y se casaron antes de cumplir ella la mayoría de edad, lo que desencadenó una ardua batalla legal y quebró la relación de Clara con su padre. Ella ya contaba con el suficiente reconocimiento para seguir su carrera y Schumann tenía también un talento innegable.

En aquella época era común que los músicos interpretasen sus propias piezas, pero Robert se lisió una mano y nunca pudo convertirse en pianista, por lo que era Clara quien tocaba las obras de su marido en público. Él se dedicó de pleno a la composición y a la crítica musical. En la mayoría de las obras de Robert aparecen referencias a Clara, la amaba profundamente y era correspondido. Compartieron la vida y la música, algo fundamental para ellos, escribieron piezas en conjunto y en una ocasión él publicó algunas en secreto para darle una sorpresa en su aniversario (de las doce canciones del Op. 37 de Robert Schumann, tres son de Clara.)

A Clara siempre le había gustado escribir, heredó de su padre este hábito y acostumbraba a llevar un diario, donde apuntaba las lecciones de música y otras impresiones personales. Robert, que también había tenido aspiraciones literarias, se sumó a esta costumbre y a partir de la boda, ambos llevaron conjuntamente un diario (abarca unos siete años) que hoy es fundamental para entender su relación y su obra.

La amistad con Johannes Brahms a partir de 1849 fue muy importante en la vida de Clara. También distinguidas personalidades de la época, como Chopin, Mendelssohn o el escritor Goethe, la admiraron por su talento y virtuosismo.

Sin embargo, esta niña prodigio no llegó a alcanzar las cotas de éxito a las que podría haber llegado de no ser mujer, o de no haber vivido en la era que le tocó, o de no haber amado tanto a su marido, o de no haber tenido ocho hijos. Las obras que compuso son célebres, pero compuso poco, a pesar de su evidente capacidad. En su diario manifiesta que aunque creía tener talento creativo, una mujer no debía tener esa clase de aspiraciones. Pese a esto, Clara fue una mujer fuera de serie en muchos aspectos, pues ella nunca abandonó la música -como sí hacían otras niñas prodigio en cuanto se hacían adultas y se casaban, dedicándose exclusivamente al hogar y a la familia-, dirigió la edición de las obras de su marido, retomó las giras al enfermar Robert (lo que supuso fricciones en la relación) y fue profesora en el Conservatorio de Frankfurt desde 1872 a 1892, tras la muerte de él. Ella misma se retiró de los escenarios en 1890 por su delicada salud. Además, Clara sufrió mucho a lo largo de su vida, con la separación de sus padres, la muerte prematura de cuatro de sus hijos, los intentos de suicidio y posterior fallecimiento de su marido.

Clara Schumann fue una mujer valiente que luchó por sus sueños y supo también afrontar la vida cuando llegaron los sinsabores. Se dedicó a su marido, a sus hijos, a la música en cuerpo y alma. Hasta pocos años antes de su muerte, Clara siguió trabajando para sacar adelante a su familia. Donde iba era recibida con los mayores honores, pues era considerada al mismo nivel que otros músicos virtuosos. Una mujer que, a pesar de su grandeza, siempre fue insegura de sí misma, de su talento, de su belleza. Pero siempre siguió adelante con energía y empuje. Goethe dijo de ella: "Clara es fuerte y enérgica, de una fuerza secreta e invencible."

En su lecho de muerte, su nieto Ferdinand interpretó para ella una obra de Schumann, la última música que escuchó. Clara falleció a los setenta y siete años el 20 de mayo de 1896, Brahms se ocupó de su funeral.

CDR

2 comentarios:

  1. "Si las mujeres mandasen en vez de mandar los hombres, serían balsas de aceite los pueblos y las naciones" se canta en la zarzuela "Gigantes y cabezudos".
    Está demostrado que, a lo largo de la historia, han sido muchas las mujeres que han destacado a pesar de las zancadillas. Me pregunto cómo sería el mundo si en vez de estar detrás de un gran hombre hubieran estado delante.

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  2. Gracias por descubrirme mujer semejante. El mundo, gracias, al cielo, sigue estando repleto de maravillas.
    Pmd

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