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jueves, 6 de septiembre de 2012

NUNCA ADIÓS

Despedirse es preciso a veces y si algo bueno tiene es el reencuentro. A mí, que tanto me gustan las palabras, no me complace decir adiós, prefiero hasta luego, hasta pronto, hasta la vista. Porque adiós suena a definitivo. Por tanto nunca adiós.

Cuando te duele la despedida es porque esas personas son parte de tu vida, porque van a dejar un hueco en tu interior. Pero en realidad sólo se cierra un ciclo, no se interrumpe la relación. A quienes de verdad quieres te los llevas allá donde vayas. Por tanto nunca adiós.

No hay despedida absoluta, más que la muerte, así pues disfrutemos de la vida, sigue ofreciéndonos nuevos caminos que nos llevan hacia adelante. Los senderos que quedan atrás siempre podremos retomarlos, ya los conocemos y nos llevan a lugar seguro. Por tanto nunca adiós.

Y para despedirme de aquellos a quienes va dedicada esta entrada:
"El alejamiento es la piedra de toque de los verdaderos afectos." (Henri Lacordaire)

CDR

3 comentarios:

  1. También yo suelo decir, siempre, hasta luego, más cercano, más cariñoso y ahora recuerdo que Benedetti decía algo asi como que en el adiós, nunca estaba el reencuentro.
    Hasta luego, Pmd.

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  2. A propósito de las despedidas:

    Lo peor de las despedidas es el vacío que queda en la habitación. Esas cuatro paredes ya no cuentan lo que unas horas antes sí. Lo peor de las despedidas es la ausencia en el colchón. Ya no te arropa, por muchos muelles que pudiera clavarte sin querer. No te llama en mitad de la noche para que te acomodes. Lo peor de las despedidas es el despertar. No rezagueas en la cama queriendo que no amanezca. No lo alargas aún sabiendo todo lo que queda por hacer. Es posible que esas paredes te vuelvan a contar, que el colchón te vuelva a arropar clavándote sus muelles, que alargues tu despertar. Pero no el día de la despedida.

    Paula Marta

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