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miércoles, 26 de septiembre de 2012

REFRANES

Bien conocida es la riqueza de nuestro refranero español. Estos dichos agudos y sentenciosos son de uso común aún en la actualidad, pese a la modernidad que nos caracteriza, y se siguen empleando porque recogen la sabiduría popular, se puede encontrar uno adecuado para casi todas las situaciones imaginables, y suelen aportar buenos consejos. No en vano, "decir refranes es decir verdades."

Si la más alta cumbre de nuestra literatura, El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, lo es por numerosos motivos, entre los que se cuenta el acierto de Cervantes al reflejar la sociedad de la época y analizar el comportamiento humano, no es menos importante la utilización de incontables refranes, dichos y sentencias puestos en boca de los personajes e incluso del propio narrador. Esto constituye un valiosísimo corpus de la literatura popular castellana, así como un recurso ineludible, presente a lo largo de toda la obra.

Aunque todos los personajes gustan de este medio expresivo tan peculiar (la sobrina y el ama de don Quijote, Teresa Panza, el cura, el barbero, el bachiller Sansón Carrasco, Maritornes, el ventero, etc.), el personaje refranero por excelencia de El Quijote es Sancho Panza.

No se pretende aquí -por inabarcable- presentar una nómina completa de los refranes aparecidos en la extensa novela, sino dar una muestra que evidencie el genio cervantino:

El primero de los que aparecen, en boca de Sancho, es "Váyase el muerto a la sepultura y el vivo a la hogaza." (Cap. XIX, parte I) Los siguientes, los elegimos más alegres y distendidos. Frecuentemente, el escudero encadena varios refranes, como aquí: "a Dios rogando y con el mazo dando, y más vale un toma que dos te daré, y el pájaro en la mano que el buitre volando." (Cap. LXXI, parte II) "A otro perro con ese hueso." (Cap. XXXII, parte I) contesta el ventero al cura, que jura que nunca hubo caballeros andantes en el mundo, como asegura don Quijote. Y "¡Adóbame esos candiles!" (Cap. XLVII, parte I) le contesta Nicolás, el barbero, a Sancho Panza, a propósito de la defensa que éste hace de su amo. Muy conocida es esta sentencia que dice Sanchica a su madre, animándola a que disfrute de los privilegios de ser gobernadora: "Ándeme yo caliente y ríase la gente." (Cap. L, parte II) En alegre charla con la duquesa y sus doncella, exclama Sancho: "aunque las calzo, no las ensucio" (Cap. XXXIII, parte II), dando a entender que es comedido y moderado con la bebida. Mientras don Quijote pide a su escudero que no diga más refranes, dice él: "castígame mi madre, y yo trómpogelas" (Cap. LXVII, parte II), aludiendo al hecho de que Sancho incurre en su manía refranera sin hacerle caso. Y "Con la iglesia hemos dado, Sancho." (Cap. IX, parte II), que aunque significa haberse encontrado con algún obstáculo, en esta ocasión es literal el tropiezo. Sancho da a entender que no ha intervenido en algo diciendo "de mis viñas vengo" (Cap. XXV, parte I) y asimismo reflexiona de tal manera: "Dime con quién andas y decirte he quién eres." (Cap. X, parte II) Y le confirma a su mujer, Teresa: "El consejo de la mujer es poco, y el que no lo toma es loco." (Cap. VII, parte II) Asegura don Quijote en otra ocasión: "El que no madruga con el sol, no goza del día." (Cap. XLIII, parte II) Al caballero del verde gabán le sentencia el hidalgo: "La pluma es lengua del alma." (Cap. XVI, parte II), asociando el poder de la palabra escrita con las propiedades intelectuales del espíritu, llamado a expresarse poéticamente. Sancho, más materialista, piensa que "todos los duelos con pan son buenos" (Cap. LV, parte II) y así se lo comenta a su rucio. Y contra la costumbre de culpar al portador de malas noticias, dice el escudero: "Mensajero sois, amigo, no merecéis culpa, non." (Cap. X, parte II) Con Don Diego Miranda y su hijo, don Lorenzo, el ingenioso hidalgo reconoce: "No hay padre ni madre a quien sus hijos le parezcan feos." (Cap. XVIII, parte II) A su vez, Ginés de Pasamonte se lamenta: "Siempre las desdichas persiguen al buen genio." (Cap. XXII, parte I) Pero lo cierto es, Sancho la sabe, que "todas las cosas tienen remedio, si no es la muerte." (Cap. X, parte II) Cuando se va perdiendo la esperanza ante la enfermedad, nos aconseja Teresa Panza: "Viva la gallina aunque sea con su pepita." (Cap. V, parte II), es decir, hay que superar el sufrimiento y afrontar la existencia con buen ánimo. Sin embargo, al final don Quijote fallecerá con estas palabras: "Ya en los nidos de antaño no hay pájaros hogaño: yo fui loco, y ya soy cuerdo..." (Cap. LXXIV, parte II) Y éste es el último refrán de don Quijote, reconvertido en Alonso Quijano el Bueno, sabedor al fin de que los caballeros andantes son cosas del pasado.

No me digan que no están de actualidad todos estos dichos. Otro motivo más para que El quijote sea un clásico de nuestras letras. Y es que, como afirma Italo Calvino: "Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir." Un descubrimiento constante.

CDR

2 comentarios:

  1. La riqueza del Quijote en toda su magnitud. es verdad que el refranero español, siempre estará de moda porque los españoles siempre seremos los mismos, con bienestar y crisis.
    Excelente entrada.
    Pmd.

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  2. Soy muy partidaria de todo tipo de refranes, además digo que siempre hay algo de verdad en ellos. Los que nos aportas de El Quijote no tienen ningún desperdicio. Es que El Quijote en mucho Quijote.
    Tati.

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