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sábado, 4 de mayo de 2013

MUJERES: SIMPLEMENTE OLGA

Olga Orozco (1920-1999) es una de las más importantes poetisas argentinas y latinomericanas del siglo XX, aunque poco (o nada) conocida para nosotros, hablantes hispanos.

Hija de Carmelo Gugliotta, siciliano de Capo d' Orlando, y de la argentina Cecilia Orozco. Pasó sus primeros años entre Toay (La Pampa), patria chica de su madre, y Buenos Aires. En 1928, la familia se mudó a Bahía Blanca y ocho años más tarde a Buenos Aires. Estudió Magisterio en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Desde muy joven fue una de las integrantes del grupo literario surrealista Tercera Vanguardia, al cual pertenecían a su vez, entre otros, Oliverio Girondo y Ulises Mezzera.

Trabajó en periodismo empleando varios seudónimos y también dirigió algunas publicaciones literarias. Así, colaboró en la revista Canto que dirigía su primer esposo, el poeta Miguel Ángel Gómez y reunía a la llamada Generación del 40. Por esa época hacía comentarios sobre teatro clásico español y argentino en Radio Municipal; fue actriz teatral y trabajó en Radio Splendid, en la compañía de Nidia Reynal y Héctor Coire. En los años sesenta fue redactora en la revista Claudia y organizó el horóscopo del diario Clarín entre los años 1968 y 1974.

Su producción poética se basa en la influencia que en ella ejercieran autores tan diversos como San Juan de la Cruz, Rimbaud, Nerval, Baudelaire, Milosz o Rilke. Lo más importante de su producción se encuentra en los Poemarios, de alguna manera prolongados en un libro de prosas poéticas narrativas: La oscuridad es otro sol (1967).

La influencia de los relatos en boca de su abuela María Laureana la llevarán a desarrollar una poética en donde la infancia es una puerta iniciática. Su vínculo con el tarot la lleva a escribir poemas como "Cartomancia" o "Para destruir a la enemiga". Orozco ritualiza cada gesto vinculado con el acto de escribir. Por ejemplo, solía repetir en entrevistas que acostumbraba escribir con una piedra en cada mano: una traída de donde nació su padre, otra de la tierra de su madre y una tercera que le había obsequiado un amigo de la infancia cuando se muda de Toay a Bahía Blanca.

Olga Orozco se caracteriza por una inteligencia sutil que le permite una extraordinaria capacidad para recurrir a los tropos o figuras literarias —una característica suya es el uso frecuente y logrado que hace del oxímoron—; también sabe hacer uso de versículos en los que desarrolla una especial y visionaria imaginación pródiga en expresiones, siendo sus temas frecuentes la evocación de la niñez, que asimila con la época del paraíso perdido, la adolescencia o, en última instancia, el recurso de la memoria en donde el tiempo parece a resguardo y recuperable ante la muerte. Aunque es completamente original, se advierten ciertas similitudes con las de sus compatriotas y coetáneos Enrique Molina y Alberto Girri.

El gran amor de su vida fue el arquitecto Valerio Peluffo, con quien se casó en 1965. Después de la muerte de Peluffo, acaecida en 1990, le dedicó el poema "En la brisa, un momento", de bellísimos versos.

Falleció de un paro cardíaco a los 79 años en Buenos Aires. Desde 1994 funciona en Toay la "Casa Museo Olga Orozco", en la que se realizan diferentes actividades culturales en torno a la obra de la poeta y en la que se puede consultar su biblioteca.

Entre los muchos galardones y reconocimientos que recibió a lo largo de su carrera destacan el Premio Nacional de Poesía y el Gabriela Mistral, en 1988, o el Premio de Literatura Hispanoamerciana y del Caribe Juan Rulfo, diez años después.

Una muestra de su lírica, delicada, sensible y profunda, estos versos que hago míos, dedicados a nuestra Olga:

...

Tú pedías tan poco.
Apenas si anhelas un tranquilo vivir que prolongara la duración de tu alma
en idéntico amor,
en radiante amistad, en devoción sagrada
por gentes que existieron con la simple nobleza de la tierra,
sin glorias ni ambiciones.


...

... cuando alguien se nos muere,
no hay un lugar vacío, no hay un tiempo vacío,
hay ráfagas inmensas que se buscan a solas, sin consuelo,
pues aquí, y más allá,
tanto de lo que él fue respira con nosotros la fatiga del polvo pasajero,
tanto de lo que somos reposa irrecobrable entre su muerte
que así sobrevivimos
llevando cada uno una sombra del otro por los distantes cielos.
Alguna vez se acercarán,
Entonces, cuando estemos contigo para siempre,
Últimos como tú, como tú verdaderos.

(De "Cuando alguien se nos muere")
__________________________________________

Esa es tu pena.
Tiene la forma de un cristal de nieve que no podría existir si no existieras
y el perfume del viento que acarició el plumaje de los amaneceres que no vuelven.


...

No hallarás otra igual, aunque te internes bajo un sol cruel entre columnas rotas,
aunque te asuma el mármol a las puertas de un nuevo paraíso prometido.
No permitas entonces que a solas la disuelva la costumbre, no la gastes con nadie.
Apriétala contra tu corazón igual que a una reliquia salvada del naufragio:
sepúltala en tu pecho hasta el final, hasta la empuñadura.

(De "Esa es tu pena")

CDR


 

5 comentarios:

  1. Querida bloggera, sin apenas poder escribir unas palabras... querida Olga.
    Pmd

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  2. Vuestra Olga, nuestra Olga. Sea cual sea la historia que imaginemos junto a ella, nunca la olvidaremos.
    Tati.

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  3. Sin palabras tampoco.
    Nunca la olvidaremos. Un besazo gigante.

    Paula Marta

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  4. Siempre estará con nosotros

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  5. Tal vez Olga y otras y otros sin nombre, anónimos, necesiten la voz de alguien valiente que sepa expresar su sufrimiento para que sus historias personalizadas y singularizadas se conozcan y no queden en el olvido o en una triste estadística amontonadas y agrupadas como un todo sin miembros. Iria.

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