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lunes, 8 de julio de 2013

AMORES EN LA MITOLOGÍA (II)

La historia de amor de hoy es una de las más recordadas de la Mitología Griega, representada frecuentemente en poesía, en pintura...

Se trata de los amores entre Orfeo y Eurídice.

Aunque existen diferentes versiones, la más difundida señala a la Musa Calíope como progenitora de Orfeo, conocido por su lira y su canto. De hecho, tan dulce era la voz del joven, que las fieras y los mortales más exasperados se tranquilizaban al oírlo. También poseía Orfeo una gran inteligencia y una refinada sensibilidad, lo cual le permitió iniciarse en los misterios de Osiris, divinidad egipcia. De origen Tracio y dotado de una genial agudeza para las artes musicales, Orfeo cautivaba por igual a deidades y a doncellas mortales.

Sin embargo, él solo tenía ojos para la ninfa Eurídice.

Bien sabido es que las ninfas son espíritus de la naturaleza, deidades femeninas benéficas que habitan en las aguas, la tierra y el aire, protegiendo lagos, mares, ríos, valles, bosques, jardínes. Su imagen más común es la de una etérea adolescente.

Entre todas las ninfas, Eurídice destacaba por su increíble belleza. Y si bien no hay detalles de cómo Orfeo logró enamorarla (amén de las virtudes mencionadas), la ninfa se entregó a él apasionadamente. Para ambos era la primera vez que caían en las redes del amor y su romance, aunque breve, fue intenso.

La bella ninfa era cortejada por numerosos dioses y mortales, sin éxito alguno todos ellos. Pero, como suele ocurrir en estas historias, la mala suerte se cernió sobre la joven pareja.

Y cuenta el mito que:

El día de la boda entre la bella ninfa Eurídice y el divino músico Orfeo, el apicultor Aristeo, en un último intento por conseguirla, acosó a la joven de tal modo que esta salió huyendo. En su carrera desesperada piso una víbora cuya mordedura fue letal. Eurídice murió al instante. Orfeo la encontró ya muerta en el camino.

Desolado por la pena, tomó la firme resolución de ir a buscar a su amada al reino mismo de la muerte y recuperarla. Pensó: "Con mi música encantaré a la hija de Deméter, hechizaré al Señor de la Muerte, conmoveré sus corazones con mi melodía. La sacaré del Hades."

Aunque el mundo del Hades era impenetrable para los que aún no habían muerto, Orfeo fue salvando los múltiples obstáculos que encontró, hasta que por fin llegó ante Hades y Perséfone. Con sus mejores artes de persuasión logró convencer al Señor del inframundo para llevarse a su amada, pero con una condición, por supuesto.

Hades le dijo que ella lo seguiría hasta el mundo de la luz, pero si Orfeo se volvía en algún momento a mirarla, la perdería definitivamente. El joven músico aceptó encantado, después de haber llegado hasta allí, viendo la cara del temible perro guardián Cerbero, montado en la barca del anciano Caronte, soportado los lamentos de los supllicantes espectros que vagaban por el Hades, supuso que le sería fácil lo que se le pedía.

Así emprendió el regreso, tocando su lira para guiar los pasos de la ninfa por las tinieblas. Mas, cuando ya los rayos de sol acariciaban su frente, la ansiedad por ver a Eurídice, la inseguridad de si lo estaba siguiendo, tal vez la curiosidad o su negro destino, hicieron que se volviera a mirarla. Y sí, logro verla, pero sus vagos contornos empezaron entonces a diluírse. Desapareció, esta vez para siempre.

Peplejo, Orfeo inició el camino de vuelta pero ya no se le permitó el acceso de ningua manera. Los castigos divinos son así de implacables.

La vida de Orfeo perdió todo sentido y aunque las versiones difieren sobre qué fue de él, lo cierto es que finalmente murió de pena, desinteresado totalmente por los placeres que otras féminas gustosamente le ofrecían para consolarlo.

Esta historia bien se puede entender como una bellísima muestra de un amor que desafía a la misma muerte. Pero seguro que también se han acordado algunos del bíblico relato de Lot, que perdió a su mujer Edith, convertida en estatua de sal, como castigo divino por la curiosidad del hombre, que solo quería saber si su esposa lo seguía en la huída de Sodoma.

Pero eso lo contaremos otro día.

CDR

3 comentarios:

  1. Una excelente segunda entrega que pide más...
    Pmd.

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  2. La Mitología da mucho de sí con historias muy interesantes. Continuemos.
    Tati.

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  3. Creo que Edith fue la de la curiosidad, la que se dio la vuelta para ver como destruían "su tierra" de la que ellos huían como elegidos de Dios. Iria.

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