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domingo, 12 de enero de 2014

JUSTICIA LITERARIA

No me resisto más a recomendar el libro de un gran amigo y seguidor de este blog (una cosa lleva a la otra). Si no están acostumbrados a leer ensayo y/o piensan que es un género aburrido, sumérjanse en esta delicia literaria y seguramente cambiarán de opinión:

En grave desacuerdo con la tendencia generalizada se encontraron los escritores reunidos en esta extraordinaria recopilación que hace Pedro M. Domene en Disidencias (2010). Por algo tan trivial como la divergencia de opiniones se vieron exiliados, y aún peor, relegados. Valiente y necesaria labor, por tanto, la de distinguir a aquellos compatriotas que no encontraron un lugar en el panorama literario en uno u otro momento del siglo XX. Porque el libro de Domene se centra en los autores afectados por la Guerra Civil y la posterior Dictadura, pero nos ofrece además un completo repaso por la historia de la literatura española de ese siglo en el que  muchos fueron silenciados por su actitud disidente.
 
A principios de la centuria, encontramos autores como el madrileño Silverio Lanza (1856-1912), un radical individualista que se oponía a cualquier forma de pensar establecida, apreciado por el genial Ramón Gómez de la Serna; el sevillano Alejandro Sawa (1862-1909), bohemio incorregible, en palabras del propio Antonio Machado; o Carmen de Burgos Colombine (1867-1932) -porque también había escritoras dignas de mención-, que denuncia las diferencias sociales en sus novelas y muestra ya el incipiente feminismo de la época. Mención aparte merece Francisco Villaespesa (1877-1936), tan injustamente ignorado como los demás pero aún más si cabe por la gran proyección que en el panorama literario de la época tuvo. Y ya inmersos en el vergonzoso conflicto civil y sus secuelas, destacan Enrique Díaz Canedo (1879-1944), que murió exiliado en México; el humanista Benjamín Jarnés (1888-1949), defensor de la modernidad; el singular Arturo Barea (1897-1957), analista decidido de la actualidad española; Esteban Salazar Chapela (1900-1965), cronológicamente perteneciente a la Generación del 27, pero contrario a todo tipo de encasillamientos, articulista y considerado por él mismo como un novelista del exilio; la catalana Mercè Rodoreda (1908-1983), novelista y fecunda creadora de cuentos; o el inolvidable Francisco Ayala (1906-2009), granadino universal. Entre otros.
 
Como es propio del escritor y crítico Pedro M. Domene, en el ensayo se muestra sencillo y divulgativo, en ningún caso farragoso. Podría parecer este un pequeño libro para una gran empresa, sin embargo esta breve obra perfectamente documentada es una colección de semblanzas literarias fruto de muchos años de trabajo, con la que los lectores tenemos algo más que una pista para redescubrir a estos valores de nuestra literatura. Disidencias pretende, sin más, dar una oportunidad a todos estos nombres dispares en estilos pero unidos por un mismo destino: el olvido. Una mera cuestión de justicia literaria.
¡Feliz lectura!
CDR

2 comentarios:

  1. En ocasiones, los libros se forjan con el paso del tiemepo, es decir, uno va leyendo, documentándose, poniendo a limpio notas y sensacioens, y descubre que muchos de los autores que ha leido han pasado a un segundo plano cuando siempre había estado en un primerísimo. Ocurre con muchos de los autores de Disidencias y, personalmente, era un obligado intento de sacarlos de ese ostracismo e intentar que nuevos lectores se interesaran por ellos. En el siglo de la comunicación, sus voces aun se dejan oír. Gracias bloggera por este recuerdo, ellos sin duda, lo merecen.
    Pmd.

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  2. Y, por supuesto, también se merece un buen reconocimiento quien con su hacer diario nos acerca a estos autores. A ellos los saca del ostracismo y a algunos, como la que hace este comentario, de la ignorancia.

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