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domingo, 4 de mayo de 2014

EL PODER Y LA VIOLENCIA

Hoy, a la entrada de una nueva semana, recomendamos una lectura sobria, intrigante y que quizá sea apropiada para esta época, mejor antes de que llegue el verano y no apetezcan estas novelas para reflexionar y conocer un poco mejor los mecanismos que han originado determinados hechos históricos.

Ken Kalfus (Nueva York, 1954) es un escritor y periodista poco conocido en nuestro país, más pródigo en relatos cortos, si bien sus dos novelas han sido publicadas por Tusquets en España. La primera publicada -segunda en orden cronológico-, Un trastorno propio de este país (2008), trata la tragedia del 11-S en Estados Unidos con un negro sentido del humor repleto de ironía. Y después la novela que hoy recomendamos, El parpadeo eterno (2011), -escrita en 2003- con un tono más sobrio y contenido, sobre los claroscuros de la Revolución Rusa. El autor se basa en su propia experiencia vivida en Belgrado y en Moscú, utilizando su conocimiento del pasado soviético para mostrar una situación que se extiende más allá del comunismo ruso: el poder político, en general, encierra en sí el germen de la violencia. El título original en inglés, The Commissariat of Enlightenment, quizá sea más claro con respecto al contenido del relato, puesto que la historia se centra en las actividades del Comisariado de Instrucción Pública, verdadero brazo propagandístico al servicio de Rusia.

La historia comienza justo en el momento histórico previo al fallecimiento del célebre escritor ruso Tolstói, acogido en su casa por el jefe de la estación de Astapovo (1910). En esta primera parte de la novela, denominada PRE-, se nos presentan los personajes principales y se trata de manera paralela las relaciones que entre ellos se van estableciendo con la narración de los primeros albores del cine y de la ciencia mortuoria, que comenzaron a desarrollarse a inicios del siglo XX. La muerte del anciano escritor representa el cambio de una época. Sin embargo, la segunda parte, POST-, que nos lleva hasta la muerte de Lenin en 1924, queda subyugada por una fuerte carga ideológica. Así, los personajes principales -Nikolai Gribshin, después Astapov, o Vorobev- perfectamente dibujados al principio, acaban diluyéndose bajo la omnipresencia del personaje de Stalin, en una poderosa crítica política del autor, que resta ritmo y menoscaba la trama argumental. No por ello negaremos la habilidad de Kalfus para crear una historia atractiva e interesante, además de bien documentada, como demuestra la amplia bibliografía final. Pero no conviene olvidar, según afirma el propio autor, que estamos hablando de ficción, y que no trata de realizar una revisión histórica. El contexto de violencia y de dureza de aquellos años queda de sobra plasmado en la novela, con trazos, atmósferas y escenarios que rozan la exageración narrativa. Se puede decir que las imágenes superan aquí a la palabra escrita.

Nos quedamos, pues, con la reflexión final: actualmente, en tiempos de democracia, la violencia sigue derivando del poder.

¡Feliz lectura!

CDR

2 comentarios:

  1. Gracias por la recomendación, bloggera. No conozco ni el autor, ni la obra.
    Pmd.

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  2. Tu recomendación nos lleva al interés de su lectura.
    Tati.

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