Vistas de página en total

lunes, 28 de julio de 2014

ALMA DE POETISA

A esta isla que soy, si alguien llega,
que se encuentre con algo es mi deseo:
-manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo-.

El 28 de julio de 1917 nació Gloria Fuertes en Madrid, en el seno de una familia humilde; su madre era costurera y su padre portero. Entre los dos y los catorce años asiste a diversos colegios. De uno de ellos recordaría que las monjas la pellizcaban por quedarse dormida en las letanías. Sus primeros años los pasa jugando en la calle y, dada la escasez de medios de su familia, recuerda que "era una niña con zapatos rotos y algo triste porque no tenía muñecas." Pronto encontró la manera de ayudar en la economía familiar, con una máquina de escribir alquilada con la que escribía direcciones en los sobres (le pagaban a céntimo por sobre).

A los catorce años su madre la matriculó en el Instituto de Educación Profesional de la Mujer en la calle Pinar, donde obtuvo diplomas de Taquigrafía y Mecanografía, así como en Higiene y Puericultura. Pero ella no quería ser ni niñera, ni modista, como su madre, y se matriculó en Gramática y Literatura. Su familia no podía entender sus aficiones, como eran los deportes y la poesía. A esta temprana edad escribe sus primeros versos y consigue que se los publiquen en 1932. Dos años después, cuando Gloria tenía tan solo quince años, falleció su madre. Su manera de mitigar la adversidad era leyendo y escribiendo. Tuvo que empezar a trabajar como contable en una fábrica metalúrgica, pero ya en 1935 dio algunos recitales de poesía en Radio Madrid. Desde 1938 hasta 1958 trabaja de secretaria en "horribles oficinas", según ella misma confiesa.

A los 17 años, escribe su primer libro de poemas, Isla Ignorada (que no se publicaría hasta 1950): "Soy como esa isla que ignorada / late acunada por árboles jugosos / - en el centro de un mar / que no me entiende, / rodeada de nada, / sola sólo-”

Desde 1939 y hasta el año 1953, trabaja como redactora de la Revista Infantil Maravillas, donde publicaba semanalmente cuentos, historietas y poesía para niños. Entre 1940 y 1945 se estrenan diversas obras suyas de teatro infantil y poemas escenificados en varios teatros de Madrid. También colabora en estos años en la revista femenina Chicas, donde publica cuentos de humor. En 1942 conoce a Carlos Edmundo de Ory, integrándose en el movimiento poético denominado Postismo y colaborando en las revistas Postismo y Cerbatana, junto con Ory, Eduardo Chicharro y Silvano Sernesi. En 1947 obtiene el Primer premio de Letras para canciones de Radio Nacional de España. En 1949 publica su libro Canciones para niños. Y al año siguiente aparece Pirulí (Versos para párvulos) y organiza la primera Biblioteca Infantil ambulante por pequeños pueblos, llevando libros adonde estos no llegaban por falta de dinero o por el analfabetismo que todavía existía en España. Es también en este año cuando se publica, como hemos mencionado, Isla Ignorada, su primer poemario. En el prólogo Gloria decía: "Mi poesía está aquí, como nació –sin ningún ropaje de retórica–, / descalza, desnuda, rebelde, sin disfraz. / Mi poesía recuerda y se parece a mí ”. Palabras que seguirían siendo válidas para toda su trayectoria literaria.

Con Antonio Gala, Rafael Mir y Julio Mariscal funda en 1950 la revista poética Arquero, de la que fue directora hasta 1954. En 1951 funda, junto a Adelaida Lasantas, el grupo femenino "Versos con faldas", que se dedica durante dos años a ofrecer lecturas y recitales por cafés y bares de Madrid. En 1952 estrena en el Teatro del Instituto de Cultura Hispánica su primera obra de teatro en verso, Prometeo, que recibió el Premio Valle-Inclán. En 1954 publica en Lírica Hispana (Caracas), Antología Poética y Poemas del suburbio. Ese mismo año aparece Aconsejo beber hilo en la colección Arquero.

Entre 1955 y 1960 cursa estudios de Biblioteconomía e Inglés en el Instituto Internacional. En 1958 obtiene la primera mención del concurso "Lírica Hispana" de Caracas con su obra Todo asusta. Desde 1958 hasta 1961 trabajó como bibliotecaria en el Instituto Internacional de Madrid. En 1959 con su poemario inédito En pie de paz obtiene el premio Acento.

Desde 1961 a 1963 reside en los Estados Unidos al obtener una beca Fullbright de Literatura Española, impartiendo clases en las universidades de Bucknell, Mary Baldwin y Bryn Mawr. A su vuelta de Estados Unidos imparte clases de español para americanos en el Instituto Internacional. En 1965 obtiene el Premio Guipúzcoa de poesía con Ni tiro, ni veneno, ni navaja. En 1966 el premio Lazarillo con Cangura para todo. En 1968 publica Poeta de guardia.

En 1972 obtiene una Beca March para Literatura Infantil, que le permite dedicarse por entero a la literatura. Dos títulos nuevos se suman a su obra poética en 1973: Sola en la sala y Cuando amas aprendes geografía.

A mediados de los años 70 participa activamente en diversos programas infantiles de TVE, siendo los populares "Un globo, dos globos, tres globos" y "La cometa blanca" los que la convierten definitivamente en la poeta de los niños. Recibe en cinco ocasiones el Aro de Plata y un Aro de Oro de Televisión Española a la mejor escritora (1976). Durante esta década, colabora en la inolvidable revista de humor La Codorniz, fundada por Miguel Mihura y en la revista Discóbolo.

En 1975 su libro Cangura para todo fue galardonado con el diploma de Honor del Premio Internacional de Literatura Infantil Hans Christian Andersen, lo que la situaba entre los grandes autores universales de literatura infantil.

A partir de los ochenta Gloria se dedica a numerosas actividades: lecturas, presentaciones, radio, entrevistas, periódicos, visitas a Colegios, pregones, viajes, TV, homenaje, etc. siempre cerca de los niños. Sigue publicando tanto poesía infantil como de adultos.

El 22 de Noviembre de 1982 se estrena en el Teatro Lavapiés de Madrid su obra Las tres Reinas Magas.

En 1985 le fue otorgado el premio de poesía Ciudad de Baeza; en 1986 es galardonada con la Medalla del día Mundial de Cruz Roja; en 1987 en nombrada Dama de la Paz; y en 1997 Socio de Honor de UNICEF.

Gloria Fuertes, muy querida y popular pero quizá no justamente reconocida en los anales de la literatura contemporánea, falleció el 27 de noviembre de 1998.

Hoy, como homenaje, además de repasar su trayectoria, qué mejor que recordarla con sus propios versos autobiográficos:

Gloria Fuertes nació en Madrid
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra;
A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
Aprendí a regatear en las tiendas
y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores,
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar
mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla,
pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina,
donde trabajo como si fuera tonta,
-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.
Escribo por las noches
y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años
y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los calendarios,
escribo en un periódico de niños,
y quiero comprarme a plazos una flor natural
como las que le dan a Pemán algunas veces.


CDR

domingo, 27 de julio de 2014

CI

El cociente de inteligencia (CI) es un producto psicológico controvertido, polémico y confuso a partes iguales. Su valor se obtiene de la división entre la edad mental de la persona -calculada mediante un examen de la capacidad intelectual- y la edad cronológica, resultado que se multiplica por cien.

Si ya de por sí, los debates sobre la importancia del CI han sido agrios desde que en 1912 el alemán William Stern inventará el fatídico concepto, la publicación de La curva de Bell (1994, R. Herrstein y Ch. Murray), avivó la discusión afirmando que la inteligencia tiene una base genética, es inalterable y, en gran medida, responsable de la integridad moral de las personas. Uno de los puntos más polémicos que tratan estos autores es la de las diferencias de los CI según los grupos étnicos analizados, lo cual fue criticado por fomentar el racismo y la discriminación.

Sin dilatarnos mucho en el tema, pues aquí simplemente pretendemos motivar una reflexión y no somos especialistas, lo cierto es que a partir de la aparición en psicología del CI, la individualidad de la persona se convirtió en una especie de obsesión para esta ciencia. No se puede negar, por otra parte, que el cociente de inteligencia ayuda a diagnosticar ciertos problemas de desarrollo intelectual en niños. Sin embargo, también es verdad que con demasiada frecuencia es utilizado como argumento para justificar la superioridad de las "élites intelectuales" sobre otros grupos considerados biológicamente menos valiosos.

De hecho, en nuestra cultura narcisista y competitiva, el CI es hoy un potente símbolo. En realidad, se podría decir que la inteligencia cognitiva o académica que mide el cociente intelectual se sitúa en un puesto más alto del que se merece. Pues su identificación con las mejores cualidades de la persona es errónea desde el punto de vista meramente humano. En primer lugar, numerosos estudios revelan que un CI alto no garantiza la prosperidad, ni el prestigio, ni las amistades, ni una familia dichosa, ni siquiera la felicidad. Existen numerosos ejemplos en la historia de personas con altas habilidades cognitivas, cuyos casos nos demuestran que los genios no solo nacen sino que se hacen. Es indudable el componente innato del intelecto, pero además entran en juego las emociones, la personalidad, la educación, las experiencias vitales, el ambiente, y un largo etcétera. Más allá de nuestra lógica matemática, científica o lingüística, nuestra verdadera capacidad pasa por aprender, realizarnos como individuos, convivir con los demás, adaptarnos, evolucionar y forjar nuestro propio destino. Así, deberemos tener en cuenta otras muchas otras inteligencias: la emocional (hombres y mujeres preparados emocionalmente tienen ventaja en cualquier ámbito de la vida), la social, la musical, la artística, la comunicativa... incluso la inteligencia inconsciente que rige la intuición. No son pocos los ejemplos de personas con altos CI que no son capaces de conducir su propia vida, así como otras de "cifras" más modestas que funcionan en la vida y se adaptan increíblemente bien. Como dijo Saint-Exupery en El principito, "Vemos bien con el corazón, lo más esencial es invisible a los ojos". Es decir, para salir adelante y afrontar los desafíos de la vida, necesitamos una mente que piensa y otra que siente.

El 20% de éxito que pueda garantizar un alto cociente intelectual no es suficiente para otorgarle a este baremo demasiada importancia. Ya que, además de ser inteligentes académicamente, necesitaremos en esta vida moderarnos en determinadas situaciones, superar retos y frustraciones, retener nuestros impulsos, regular los sentimientos, controlar el estrés, resolver conflictos, tomar decisiones, hacer y conservar relaciones... por no hablar de entender las emociones de los demás, en una indispensable empatía.

En fin, el CI es simplemente un indicador más, válido para ciertas medidas. Pero no puede convertirse en una etiqueta, en un clasificador de personas. Porque nuestro cerebro es el objeto más complejo que se conoce, no es una estructura fría y rígida, sino una masa caliente, blanda y pulsátil. De manera que la inteligencia humana (las inteligencias) no puede cuantificarse con las respuestas a una serie de preguntas estandarizadas.

La polémica puede continuar, pero los más recientes estudios -así como el sentido común- evidencian que esta prueba resulta altamente engañosa.

CDR

jueves, 24 de julio de 2014

MIMOS

MIMO... bonita palabra, ¿verdad? Ni siquiera tiene origen etimológico, ya que es un término de origen expresivo.

A no ser que se refiera al intérprete que se vale de gestos y movimientos corporales para actuar ante el público, en cuyo caso proviene del latín mimus, y este a su vez del griego μῖμος.
Porque, entre griegos y romanos, el mimo era un farsante del género cómico más bajo, bufón hábil en gesticular y en imitar a otras personas en la escena o fuera de ella.
Y por extensión, se denomina mimo a la farsa o pantomima. Cuántos ejercen actualmente de mimos sin ser esa su profesión...

Pero a mí me interesan ahora los mimos de mimar, los que expresan cariño, halago o ternura. ¿Por qué esa condescendencia excesiva se usa solo con los niños? ¿Y los mayores?, ¿acaso no necesitamos que nos mimen? Claro que sí, a todos nos gusta que nos traten con mimo.

_________________________________________________________________________________

MI-MO, sencillo como las primeras sílabas que balbucea un bebé.

MÍ-MA-ME, cuando decíamos la lección en parvulario. Hoy toca la letra EME. Por algo se parece tanto a MA-MÁ...

MI-MI-TOS, antes de perder la inocencia y que nos avergüence esta locución.

_________________________________________________________________________________

MI-MO-SA, te sientes a veces y ronroneas como una gata perezosa en espera de la mano acariciadora.

MI-MAR, con delicadeza, tacto, favor, regalo. Y no tanto pedir, consideración.

_________________________________________________________________________________

MI-MA-DO, ya con cierto sentido peyorativo, porque los mimos, si no son en su justa medida, pueden causar empacho. 

_________________________________________________________________________________

Sin ñoñería, pero hoy necesito mimos.











CDR

miércoles, 23 de julio de 2014

LASITUD... Y MÁS

Desfallecimiento,
cansancio,
falta de fuerzas.

Desaliento.

Letargo,
como el oso invernando,
pero en verano.

Hastío,
tedio, fastidio,
sin motivo.

Sopor.

Inanidad,
como si todo fuera vano,
presa del desencanto.

Pero en el fondo, no,
sabes que no.

Hay motivos de sobra
para reír,
para vivir,
para sentir.

Días que pasarán,
adiós agobios, dirás.
Viveza, vigor llegarán
con su llegada.

Paciencia,
espera,
no estás sola,
ya nunca lo estarás.

Dar la vida,
sin pedir nada a cambio.

Y sin embargo...
Felicidad.



CDR

domingo, 20 de julio de 2014

DESTINO INEVITABLE

Esta semana se han cumplido noventa y cinco años del nacimiento de la escritora y filósofa irlandesa Iris Murdoch (15 de julio, 1919 - 8 de febrero, 1999) Es un buen día hoy, por tanto, para recomendar una de sus novelas, de entre las muchas que escribió. A pesar de que habrá quien diga que no es esta una "lectura veraniega"... como si los libros fueran como la ropa, de verano y de invierno. No es ligera esta obra, si a eso se refieren, pero si se acomodan en un sitio fresco, con atuendo apropiado y dispuestos a disfrutar de buena literatura, es una opción a tener en cuenta.




Por qué no termina de despegar una escritora de la talla de Dame Jane Iris Murdoch es poco menos que un misterio. De reconocido prestigio por sus coetáneos, autora de más de una veintena de novelas, numerosos ensayos e incluso varias obras de teatro y poesías, lo cierto es que, tras vagar de editorial en editorial por nuestro país, Iris Murdoch nunca ha tenido el reconocimiento que su talento merece.
Impedimenta, empeñada en la calidad de su selección, rescata ahora esta obra crucial, descatalogada desde hace tiempo, iniciando así la recuperación de algunas de las novelas perdidas de quien debutara en 1954 con Bajo la red –considerada por la revista Time como una de las cien mejores novelas de la literatura inglesa del siglo XX-, así como la traducción de varios de sus títulos inéditos hasta ahora en español.

Henry y Cato se publicó originalmente en 1976, antecesora de la magistral El mar, el mar (1978) y punto de partida de lo que supondrá una larga lista de ambiciosos títulos en la carrera de la autora. En esta novela se reúnen muchas técnicas y temas tratados anteriormente por Murdoch a la vez que abre la puerta a nuevos asuntos que desarrollará en sus siguientes obras. Dedicada en profundidad a la filosofía, autora de la primera obra en lengua inglesa sobre Jean-Paul Sartre, Iris Murdoch revela necesariamente en su narrativa la influencia de grandes pensadores como Platón, Freud o Wittgenstein, considerado este último su referente principal.

Henry Marshalson y Cato Forbes se reencuentran, en el Londres de mediados de los setenta, en un delicado momento existencial. Henry regresa de Estados Unidos, por la muerte de su hermano mayor, para hacerse cargo de una herencia no deseada, después de vivir nueve años una vida sin prejuicios, como profesor universitario. Y Cato, sacerdote en contra de la voluntad de su estricto padre, se halla sumido en una crisis espiritual y de identidad sexual tras enamorarse de un joven del barrio marginal en el que trabaja, lo que hace replantearse toda su escala de valores. Después de varios años sin verse, y en un momento de sus vidas especialmente crítico, los itinerarios de estos dos hijos pródigos vuelven a mezclarse de forma inesperada en una espiral, no exenta de efectos melodramáticos, de despropósitos y venganzas, que les lleva a enfrentarse a sus propios miedos y a los lastres de su propios orígenes familiares en su búsqueda de una redención que amenaza con ser inalcanzable. Henry y Cato son dos seres opuestos a la vez que complementarios, dos almas sin rumbo que buscan la bitácora que los guíe en su senda. Henry, frío, malicioso e inseguro debido a una infancia y juventud a la sombra de su hermano mayor. Y Cato, débil, ambiguo, sometido por los deseos de un padre exigente. Sus caminos se cruzarán y llegarán a mezclarse en una especie de tragicomedia frívola, de argumento intrigante y equívoco.

Estos dos personajes principales se encuentran acompañados de una galería de secundarios indispensables para el desarrollo y resolución de la historia. La severa Gerda Marshalson, el apocado poeta Lucius, la bella y joven Colette, el duro John Forbes, el descarriado Joe Beckett y Stephanie Whitehouse, la supuesta amante de Sandy y exprostituta. Unos caracteres formidables para la trama, aderezada con discursos filosóficos, disertaciones religiosas, monólogos, haikus a media noche, un misterioso revólver, un secuestro, grandes cantidades de dinero de mano en mano, y un final imprevisible. Como si de una buena novela negra se tratase, trascendiendo sin embargo cualquier etiqueta.

En esta novela de Iris Murdoch resalta especialmente el trabajo de caracterización de los personajes, en que las encrucijadas morales y psicológicas de sus protagonistas afectan hondamente al lector. El recorrido que hace Murdoch por los paisajes del alma humana es impresionante, mostrándonos tanto lo más mezquino como lo más amable de estos. Además de captar acertadamente las contradicciones de la sociedad de su tiempo y de combinar de modo magistral los temas de índole moral con una ingeniosa e inesperada trama narrativa. Comparada en este sentido con George Eliot, por su crudeza y mordacidad, es justo reconocer la singular voz de la escritora irlandesa. Existe también en esta novela lugar para el humor negro e incluso para algún matiz fantástico, que difuminan lo realista. Un rotundo acierto de la escritora es precisamente encontrar el equilibrio entre la realidad y lo sobrenatural.

Henry y Cato se divide en dos partes. La primera, “Ritos de paso”, nos abre la puerta a la vida de los personajes, se demora en cruces y desencuentros para lo que posteriormente será una necesaria colisión. Es la más extensa y metafísica; recreándose en la descripción de ambientes, personajes y situaciones, Murdoch muestra su talento narrativo con una prosa fluida, amena y técnicamente perfecta, instintiva pero cuidada al máximo. En la segunda, “El gran maestro”, los acontecimientos se precipitan en una trama aparentemente caótica y desconcertante, en la que la escritora irlandesa hace gala de las mejores estrategias shakesperianas, como si nos encontrásemos viendo la representación de los hechos sobre un escenario. Una compleja combinación de estilos, técnicas y materias.

Y debajo de toda esta demostración de maestría literaria -sentimientos universales, amor, pasión, venganza, miedo, dudas; diversión, intriga, conmoción-, subyace un tema principal recurrente en Murdoch, la pérdida y recuperación de la fe, más allá de los motivos meramente cristianos. Se trata de un análisis profundo de la psicología humana, del alma, del corazón, allí donde se instalan la conciencia y los sentimientos, las acciones, lo que somos capaces de hacer. Y finalmente, cuando cerramos el libro, la certeza de que el destino es inevitable. A lo largo de la historia vemos cómo los dos protagonistas luchan por desasirse de las convenciones que los traban, cómo intentan tomar caminos alternativos a aquellos que sus orígenes les marcan, y cómo precisamente por esos senderos encuentran su verdadero sino, cual víctimas de una confabulación extraordinaria. Tras la escapada, la rebeldía, la locura incluso, solo queda la claudicación y la conformidad. Quizá porque desde el principio solo huían de ellos mismos.

Una joya, tanto por la cuidada y exquisita edición de Impedimenta como por ser uno de los mayores logros literarios del siglo pasado.

¡Feliz lectura!

CDR

sábado, 19 de julio de 2014

¿BRUJERÍA?

Hoy, la historia nos deja un recuerdo nefasto:
El 19 de julio de 1692, cinco mujeres fueron ejecutadas por sospechas de brujería en Salem, Massachussetts.

Así fue:
En enero de 1692, la hija y la sobrina del Reverendo Samuel Parris, de Salem, contrajeron una extraña enfermedad. Los habitantes de las colonias norteamericanas creían ciegamente en el diablo, y el médico del pueblo que examinó a las niñas determinó que habían sido víctimas de brujería.

Las niñas, Sarah Good, Sarah Osborne y dos de sus amigas, supuestamente habían participado en un ritual oculto con la sirvienta de Parris, Tituba, en el que habían fabricado una primitiva bola de cristal volcando un huevo roto en un vaso de agua. Luego intentaron reconocer formas o imágenes que les dieran indicación de sus futuros. Al enfermar posteriormente, las dos niñas y Tituba fueron acusadas de brujería. Así de sencillo.

Los casos de Sarah Good, Sarah Wilds, Elizabeth How, Susana Martin y Rebecca Nurse fueron escuchados el 29 de junio de 1692. Pero sin realizar ningún procedimiento serio para obtener pruebas de esas supuestas prácticas de brujería -las acusaciones se basaban en meros rumores-, cuatro de las cinco mujeres fueron apresadas a causa de aseveraciones de los pueblerinos de haberlas visto aparecerse en sus dormitorios. Esta "evidencia espectral" fue aceptada en la corte aunque era imposible de probar, y fue la evidencia principal para muchas de las ejecuciones en Salem. Rebecca Nurse, una devota de 73 años y miembro respetado de la comunidad, fue finalmente perdonada. Sin embargo, cuando la acusada escuchó el veredicto de inocente, comenzó a convulsionarse y a chillar, por lo que el juez pidió que el jurado reconsiderara la decisión. Así, Rebecca Nurse fue también considerada culpable. Y las cinco mujeres fueron ahorcadas el 19 de julio de 1692, tras negarse a hacer confesiones falsas. Las cinco mujeres estuvieron entre las veinte personas asesinadas y doscientas aprisionadas durante los conocidos como "juicios de Salem".

Los propios jueces se dejaron llevar por la histeria religiosa de la comunidad de Salem, formada mayormente por puritanos, que exigía frenéticamente condenas a las presuntas brujas.

El temor a la brujería en Salem llevó a una histeria masiva. Muchos otros residentes del Condado de Essex, principalmente en Salem, comenzaron a exhibir comportamientos extraños. Nadie sabe exactamente por qué, pero los pueblerinos comenzaron a asegurar que apariciones de otros miembros de la comunidad los visitaban y amenazaban durante la noche. Tanto si fue por malicia como por paranoia, lo cierto es que las personas comenzaron a implicarse unas a otras falsamente.

Más de 150 personas fueron detenidas y encarceladas, solo con acusaciones, aunque no llegaron a ser formalmente procesadas por el tribunal del condado. Dentro de la pequeña comunidad de Salem existía una estricta conducta religiosa, en la cual cada persona vigilaba a sus vecinos y a su vez era vigilada por éstos en sus palabras y acciones, generando dudas y sospechas en caso de que su conducta no se ajustase a los parámetros religiosos puritanos. Por supuesto, las mujeres eran consideradas simples sirvientas de sus esposos y carecían de derechos, mientras los niños eran educados severamente desde temprana edad en las labores de los adultos y se les impedía jugar. Otra preocupación fundamental de esta comunidad era evitar la "ira de Dios" y, por tanto, debían sujetarse estrictamente a los dictados religiosos del puritanismo para así evitar el castigo divino, que se traducía en pérdida de cosechas, mal clima, y muerte de ganado.

Los acontecimientos en los juicios tuvieron una profunda influencia en la región y pudieron contribuir al deterioro de la influencia de los puritanos en el gobierno de Nueva Inglaterra y la posterior secularización de su población.

Consecuencias:
Más de 300 años después de ser acusadas y ahorcadas como brujas, Bridget Bishop, Susana Martin, Alice Parker Wilmot Redd y Margaret Scout fueron exoneradas de sus crímenes. ¿Un poco tarde tal vez? Hubo algunas víctimas de los juicios de brujas que no habían sido oficialmente exoneradas aún. Sus descendientes tomaron control de su causa e hicieron campaña para limpiar sus nombres.

Una posible explicación:
Más allá de las explicaciones simplistas de que el fanatismo religioso provocaba en la población alucinaciones e histeria masivas, existen otras más lógicas entre los historiadores modernos. Por ejemplo, según explica HowStuffWorks, el ergot es un hongo tóxico que suele crecer en los granos, especialmente en el centeno. El centeno era uno de los alimentos esenciales para los habitantes de Nueva Inglaterra, y muchas veces notaban moho negro en el grano, concluyendo simplemente que había sido cocido por el sol. El ergotismo convulsivo ataca al sistema nervioso central, causando manías, psicosis, alucinaciones, parálisis y sensaciones de hormigueo. Recuentos escritos durante 1692 describen el comportamiento de las niñas afectadas, y es muy similar al estado alucinógeno, sugiriendo que las niñas podrían haber contraído ergotismo.

Conclusión:
Esto es solo un breve resumen de algo horrible, como fue el fenómeno generalizado de "caza de brujas" en Europa a inicios de la Época Moderna. Ni siquiera en aquellos años oscuros, son justificables estos crímenes fanáticos. Pero lo lamentable es que actualmente, más de cuatro siglos después, el fanatismo religioso, y de otras índoles, sigue llevándose vidas injustamente. Como si el ser humano no hubiese aprendido nada de la historia, como si en realidad no fuese un ser dotado de razón.

CDR

jueves, 17 de julio de 2014

PARENTESCOS INSÓLITOS: ORZUELO Y HORCHATA

En este tiempo es muy habitual tomar horchata fresquita o granizada para combatir el calor. Y mucho menos agradable, en esta época o en cualquier otra, es padecer un orzuelo. Sin embargo, a continuación veremos que ambos términos están relacionados por la etimología, que nos sorprende una vez más.

Es preciso, lo primero, remontarse a la Antigüedad latina, que es donde en realidad empieza todo lo que se refiere a nuestra lengua. La diosa romana de la agricultura, Ceres, prestó su nombre a un grupo de gramíneas que ha desempeñado un papel fundamental en la historia de la humanidad. Por sus mínimas exigencias agrícolas y su elevado valor nutritivo, los cereales fueron las primeras plantas cultivadas, allá por la era neolítica. Desde entonces, las principales civilizaciones del mundo han estado estrechamente ligadas al cultivo de algún cereal: arroz (lejano Oriente), sorgo (África), maíz (Nuevo Mundo), trigo (Occidente)...

En los pueblos mediterráneos, como España, el trigo ha sido considerado tradicionalmente como el cereal noble, elemento básico de la alimentación humana. Pero en nuestras tierras se han cultivado también otros cereales, como el centeno o la avena.

El más antiguo de todos, que los romanos llamaban hordeum, es pobre en gluten y, por lo tanto, difícilmente panificable. Eso explica que se lo haya considerado como un cereal de segunda clase, sólo para cebar al ganado, como bien claramente demuestra el hecho de que hoy ya no le llamemos en castellano hordio, sino "cebada".

Y he aquí la explicación: por su extraordinario parecido con un grano de cebada, tanto en aspecto como en tamaño, los romanos llamaban "granito de cebada" (hordeolum, orzuelo) al molesto forúnculo localizado en el borde de un párpado. La sustitución de "hordio" por "cebada" hace que hoy nos resulte invisible el parentesco etimológico entre este cereal y el orzuelo, pero era muy claro, sin embargo, para los hablantes de hace quinientos años.

Más pruebas: en el primer tratado de medicina escrito en castellano, el Sumario de la medicina de 1498, López de Villalobos comenta, refiriéndose a dicha afección de los párpados: "Padescen ordeolo y es una inchazón que dun lagrimal hasta el otro alcança como un grano de ordio es su comparación..."

Además, esta relación sigue siendo muy evidente para otros hablantes europeos de lenguas latinas, como el francés (orge, cebada; orgelet, orzuelo), o el italiano (orzo, cebada; orzaiuolo, orzuelo). Aunque ninguno de estos idiomas llega al extremo del alemán, en el que hoy todavía se dice, por ejemplo: "am linken Auge habe ich ein Gerstenkorn", que literalmente significa "tengo un grano de cebada en el ojo izquierdo".

Como se ha dicho, la cebada apenas se ha empleado para hacer pan; en la actualidad, y desde muy antiguo, se usa sobre todo como materia prima para la elaboración de la malta y la cerveza. Es esta última la bebida más extendida en el mundo y también la más antigua. Gracias a unas tablillas de arcilla halladas en la tumba de Ti, en Mesopotamia, sabemos que hace unos seis mil años los sumerios elaboraban panes de cebada que, braceados en agua azucarada y dejados en reposo, servían para obtener una bebida llamada sikaru, muy similar a nuestra cerveza. También los egipcios fueron grandes bebedores de cerveza tibia. Sí, hoy la preferimos fría y bien fría.

Por último, hemos aún de decir que los romanos, además de elaborar cerveza de cebada fermentada, utilizaban también la cebada sin fermentar para obtener una bebida dulce por decocción de hordeum, que llamaban hordeata. Suena, ¿no? En principio debía de ser muy parecida al agua de cebada que se vendía en España a finales del siglo XIX o a la orzata que se sigue bebiendo hoy en Italia. Con el paso del tiempo, su nombre fue aplicándose por extensión a diversas bebidas refrescantes elaboradas con otros frutos secos machacados y mezclados con azúcar y agua o leche. Así sucedió con la orgeat francesa, que se prepara con almendras duces y amargas, o con la famosa horchata valenciana, elaborada a base de chufa.

Algo más conocemos así de la riqueza de nuestra lengua.

CDR

miércoles, 16 de julio de 2014

MATERNIDAD

Anne y Laura fueron mamás hace un año, ambas estaban deseando tener a su hijo y ambas son hoy felices de tenerlos.

Sin embargo, existen algunas diferencias entre estas dos mujeres.

Y es que Anne vive en Noruega, ella y su marido pudieron disfrutar del bebé durante tres meses y medio, cobrando los dos su sueldo íntegro. Después él se tuvo que reincorporar a la oficina, pero ella aún tenía ocho largos meses por delante, durante los cuales siguió cobrando el 100%. Entonces John  empezó a ir a la guardería pública, en la que tuvo plaza sin problemas. Pero si Anne, en lugar de volver a trabajar, se hubiera quedado en casa con su pequeño, el Estado le habría abonado el importe de la guardería a la que no había ido. Esto sumado a la ayuda de 120€ mensuales que le corresponden por ser madre de un niño. Pero Anne no tiene problemas, porque su horario flexible le permite compatibilizarlo con su rol de madre, incluso puede trabajar un día a la semana desde casa.

Mientras que Laura está en paro y, al no cotizar a la Seguridad Social, no tiene derecho a los 100€ para madres trabajadoras, tampoco a la ayuda de 24,25€ por hijo a cargo, ya que entre ella y su marido superan por poco la renta familiar máxima que se exige -11.519€ brutos anuales-. Así que Laura y Juan hacen malabarismos para llegar a final de mes, aunque ella tiene tiempo para estar con su bebé, eso sí. Menos mal, porque las cuentas no les salen para poder llevar a Mario a la guardería. Y con esta situación precisamente no es probable que Laura encuentre un trabajo. Es como una espiral sin fin.

Anne y Laura representan el perfil de muchas madres de familia europeas, cuyas circunstancias explican perfectamente las diferencias en las tasas de natalidad según el país en el que vivan.

La verdad es que en España parece que se penaliza tener hijos. Está mal visto, por ejemplo, salir del trabajo para estar con la familia o disfrutar del permiso de paternidad. Más aún en estos tiempos de crisis, los hijos se ven como una carga. Y esto es lo que piensan cada vez más personas cuando ponen en la balanza los pros y los contras antes de decidirse a dar el paso hacia la maternidad/paternidad. Los estudios demuestran que es muy alto el porcentaje de mujeres que han tenido que renunciar a su trabajo o algún ascenso por tener un niño; más aún el de aquellas que no pueden compatibilizar el trabajo con la familia. Si a esto le sumamos la subida del IVA, la supresión de medidas para el fomento de la natalidad, que las ayudas llegan a pocas familias debido a los límites tan bajos de renta y los recortes en educación y sanidad, que repercuten directamente en la economía familiar... ¿Cómo va a cambiar nuestra posición colista en el ranking de bajo número de nacimientos?

El pasado mes se presentó una reforma fiscal en la que se incluye el Plan Integral de Apoyo a la Familia, pero las medidas adoptadas no son suficientes. Es mucho más lo que se ha perdido en los últimos años en cuanto a medidas de apoyo directas (supresión del cheque bebé, recortes en los beneficios sociales, como el transporte escolar, incentivo a la contratación de madres con hijos menores de dos años...) que lo que ahora ganamos. No, si estas disposiciones no vienen acompañadas de otras relativas a vivienda, educación o laborales, por ejemplo.

Así, seguro que se cumplirán las previsiones que hablan de que en 2050 España será uno de los países más envejecidos del mundo.

CDR

martes, 15 de julio de 2014

ROSALÍA

Brevemente, recordamos hoy -a 129 años de su muerte- a una mujer excepcional, Rosalía de Castro, de la que hablaremos en otra ocasión en la serie correspondiente, a través de algunos de sus versos. Sin duda, de los mejores de la literatura española, si bien no reconocidos en su justa medida.

Hora tras hora, día tras día,
entre el cielo y la tierra que quedan
eternos vigías,
como torrente que se despeña
pasa la vida.

Devolvedle a la flor su perfume
después de marchita;
de las ondas que besan la playa
y que una tras otra besándola expiran
recoged los rumores, las quejas,
y en planchas de bronce grabad su armonía.

Tiempos que fueron, llantos y risas,
negros tormentos, dulces mentiras,
¡Ay!, ¿en dónde su rastro dejaron,
en dónde, alma mía?


Autora de los Cantares gallegos, con que enalteció el nombre de su tierra, contribuyó al resurgir cultural de Galicia. Su legado poético, así como su obra narrativa, dan buena cuenta de la grandeza literaria de esta mujer.

CDR

TAJADAS

Participio del verbo tajar -dividir algo en dos o más partes con un instrumento cortante-, la primera acepción de tajada es precisamente la del adjetivo que se refiere a una costa, una roca o una peña cortada verticalmente y que forma como una pared. Antiguamente -tanto como cuando aún no existía el bolígrafo...- tajar se usaba también para la acción de cortar la pluma del ave para escribir.

Pero hoy en día utilizamos más la palabra como sustantivo que alude a una porción cortada de algo, carne, fruta, etc. En este tiempo, quién no sucumbe ante una buena y fresquita tajada de sandía.

Por otra parte, coloquialmente se habla de tajada cuando tenemos tos o una ronquera provocada por un buen resfriado. Sandía, tajada de verano. Gripe, tajada de invierno.

Y aún más, existe una tajada que es atemporal, perenne a lo largo del año. La que deriva del consumo excesivo de alcohol, es decir, embriaguez, borrachera. Menudas tajadas pillan algunos.

Como nuestra lengua es tan rica y variada, no se escapa la tajada a las locuciones verbales. Así, -y de forma bastante clara, poco figurada- hacer tajadas a alguien es acribillarle de heridas con un arma blanca. Algo espantoso que debería quedarse obsoleto y aparecer en el diccionario como forma en desuso -tal que la de la pluma-. No tan grave, aunque también condenable, cuando se consigue con maña alguna ventaja -o miles de euros ajenos- y en especial parte de lo que se atribuye entre varios. Porque sacar tajada hoy se ha convertido en algo consustancial a personas que deberían, en cambio, ser ejemplares.

Por último, y para quitarle hierro (o ponerle, según se mire) a esta entrada medianera de julio, en heráldica encontramos el escudo tajado, aquel que está dividido diagonalmente con una línea que pasa desde el ángulo siniestro del jefe al diestro de la punta.

CDR

lunes, 14 de julio de 2014

TAMBIÉN SE VA

Otra gran mujer se va, otra gran escritora. Premio Nobel de Literatura 1991, la sudafricana Nadine Gordimer falleció la pasada noche en Johannesburgo a los noventa años.

Una gran defensora de la abolición del apartheid en su país, fue una de las primeras personas con quien quiso reunirse Nelson Mandela cuando se convirtió en el primer presidente negro de su país, después de veintisiete años de prisión.

Valorada por su estilo apasionado y ameno, su obra se nutre de los sentimientos de frustración social y política en una Sudáfrica dividida racialmente, y en esta refleja su postura crítica contra la situación.

Gordimer nació en Springs, en el seno de una familia judía de clase media y estudió en la Universidad de Witwatersrand, aunque no terminó sus estudios. Publicó su primer cuento a los quince años. Después de La suave voz de la serpiente (1956), su primer libro importante de cuentos, publicó Seis pies de tierra (1956), Mundo de extraños (1958), La huella del viernes y No para publicarlo (1960), Ocasión para amar (1963), El desaparecido mundo burgués (1966), El conservador (1974), La hija de Burger (1979), Gente en julio (1981) y La historia de mi hijo (1990). Estas novelas y relatos cortos narran incidencias de la vida cotidiana en Sudáfrica, a menudo desde el punto de vista de una persona de clase media, analizando las tensiones entre los distintos grupos raciales bajo la rígida segregación del apartheid. Gordimer presenta la situación de la gente de color con gran sensibilidad para expresar los sentimientos encontrados de la gente blanca liberal, forzada a vivir en un sistema que creen equivocado.

Tras recibir el Nobel, continuando con la perfección formal que la caracteriza, sin elementos superfluos, escribió Nadie que me acompañe (1994), Un arma en casa (1998), El encuentro (2002), Saqueo (2004), Atrapa la vida (2006), Contar cuentos (2007) y Beethoven tenía algo de negro (2008).

Sobriedad sin sentimentalismos en una prosa que, sin embargo, refleja valientemente la preocupación por la degeneración que la rodeaba.

Y algunos de sus pensamientos:

"La verdad no siempre es bonita, pero el hambre de esta sí."

"Separar al hombre de la naturaleza como si no tuvieran nada que ver es un grave error."

"El racismo surge de la competencia. Pongamos por caso que usted y yo coincidimos en la escuela. Yo soy negra y usted blanco. En el momento en que yo saque mejores notas es muy común llevar ese nivel de competencia hacia términos absolutos basados en la raza. No se trata de que todos seamos iguales. Hay gente más inteligente y más guapa y menos afortunada. La vida es así. Lo que no hay es diferencia por las razas. Partimos de la misma base."

Joyas que esconden sus escritos y que quedarán por siempre.

CDR

sábado, 12 de julio de 2014

CAMBIOS ESTIVALES

Quizá todavía no estén de vacaciones, pero hoy es sábado. Y qué mejor que una larga tarde perezosa de verano para leer. Hoy una propuesta divertida, ácida, ambientada precisamente en el estío, cuyo título no debe desanimar a nadie.


Es inevitable mencionar que la autora de esta novela, Siri Hustvedt (Minnesota, 1955) es la esposa del reputadísimo escritor Paul Auster. Aunque basta con leer unas líneas para saber que su posición literaria es por méritos propios.

Tras varias novelas (Todo cuanto amé o Elegía para un americano), poesía e incluso ensayo (La mujer temblorosa), Hustvedt entrega El verano sin hombres (2012), una “comedia feminista”, como ella misma ha calificado este relato sobre una mujer que enloquece cuando, tras treinta años de matrimonio, su marido decide tomarse una pausa. Lo peor es que para Mia, la protagonista, se trata de una caída repentina al abismo, porque no ha mediado un conflicto, ha sido algo súbito, su relación iba bien hasta que su marido decidió sin más irse con otra.

El proceso de curación de esta mujer de cincuenta y cinco años va desde el ingreso en una clínica para trastornos neurológicos hasta la estancia estival en su pueblo oriundo. Allí se produce la catarsis. La convivencia con el grupo de amigas octogenarias de su madre, el curso de poesía que imparte a unas adolescentes y la relación con la vecina hacen que Mia tome distancia de su drama. Así, visto con perspectiva y compartiendo otras experiencias en femenino, su tragedia se va convirtiendo en algo incluso absurdo.

Hustvedt crea una galería de personajes exclusivamente femeninos, de lo cual da buena cuenta el título. Y en estas mujeres quedan representadas todas: la anciana Abigail, que expresa su represión a través de bordados subversivos; la vecina Lola, víctima de un marido celoso y violento; las chicas adolescentes con sus rencores e inseguridades; e incluso Flora, una niña feliz con sus juegos. Y en medio de todas ellas, Mia, la esposa abandonada, madre de Daisy, que representa a la mujer moderna, sin complejos ni ataduras.

El personaje masculino omnipresente, aunque ausente, es Boris, un científico sesentón. Con este pretexto, la escritora norteamericana teoriza, de una manera muy amena e irónica -y tras labor de documentación- sobre la ciencia, sobre los trastornos nerviosos, sobre las diferencias entre hombre y mujer, no sólo sexuales sino también biológicas, como la edad. Descubrir el punto de vista femenino ha proporcionado a la narrativa de Siri Hustvedt una interesante mezcla de sentido del humor y profundidad. El resultado es una novela en primera persona, con fragmentos de diario personal, con digresiones teóricas, poemas, cartas, correos electrónicos y continuos guiños al lector. Se atreve incluso la autora a ilustrar la historia con unos dibujos propios que simbolizan la liberación de la protagonista.

Cuando se le pregunta a Siri Husvedt sobre la parte de autobiografía que hay en esta novela, aludiendo a que Mia es escritora, como ella, a que su hija es actriz, como Sophie Auster, a las supuestas crisis conyugales, a sus problemas nerviosos, Husvedt zanja el tema afirmando que todos los escritores trabajan con material autobiográfico pero, ¿acaso se le acusa de no tener imaginación? y por cierto, ¿se le hacen estas mismas preguntas a los hombres?
            
¡Feliz lectura!

CDR

viernes, 11 de julio de 2014

OLGA

Hoy es el día de la onomástica de Olga. Nombre femenino de origen ruso, forma del escandinavo Helga.
Significa alto, divino.
"Aquella que es invulnerable", "inmortal".

Las leyendas escandinavas la nombran como "bella flor matutina" y es la preferida de los guerreros.

Según la numerología, Olga tiene una naturaleza diligente, cuidadosa y emotiva.
Original, ama lo posible y lo imposible.
Se adapta a todo.

Mente de pensamiento práctico. Destaca en actividades que requieren disciplina, esfuerzo y constancia, así como por el uso de la lógica y de la razón.


Por todo lo que significas
para nosotros.

Porque, aunque hay quienes no entienden,
fuiste por algo
y eres.

Por lo que nos dejaste.

Felicidades, Olga.
Mi ángel.

CDR

jueves, 10 de julio de 2014

PROUST

Si el otro día dedicábamos unas líneas al genial Frank Kafka con motivo de su aniversario, hoy no podemos dejar pasar a otro escritor no menos destacable, como es el francés Marcel Proust, que nació un 10 de julio de hace ciento cuarenta y tres años.

La obra de Proust posee un estilo literario muy característico, influido por el impresionismo y con marcado carácter simbolista. Su narración abunda en descripciones atomizadas, por lo que esta se vuelve morosa, en párrafos amplios y complejos. Su manera de abordar los temas que trata es siempre indirecta, como si nos llevara a ellos a través de una espiral. Huyendo del realismo, Marcel Proust muestra la realidad por medio de diferentes formas de subjetivismo, entre las que destaca el tratamiento del tiempo, desde un punto de vista psicológico. Si bien, lo que sobresale por encima de todo en su prosa es el fluir poético de la conciencia. En cuanto a sus temas principales -simplificando-, el amor (con todas sus consecuencias), el arte (también en todas sus formas), la existencialidad, las relaciones entre tiempo y memoria, o el contraste entre los diferentes ámbitos sociales.

Nacido en el seno de una familia judía acomodada, Marcel Proust fue un niño superprotegido debido a su delicada salud. Para satisfacer a su padre, estudió Derecho, pero nunca ejerció, y posteriormente estudió también la carrera de Letras. De muy joven empezó a frecuentar los ambientes aristocráticos, y se valió de la fortuna familiar para poder vivir sin trabajar y dedicarse a escribir.  En sus comienzos no recibió demasiada atención. Su primer libro publicado fue Los placeres y los días, una recopilación miscelánea de poemas en prosa, nouvelles y retratos de estilo decadente, que fue juzgado con severidad por la crítica. E incluso André Guide rechazó el manuscrito de En busca del tiempo perdido, la que sería su obra maestra. De hecho, la primera parte de la obra, "Por el camino de Swann" aparece por cuenta del propio autor. La obra completa iría viendo la luz entre 1913 y 1927. Esta se gestó a partir de 1907, a raíz de una época de aislamiento -quince años- del autor en el 102 del Boulevard Hausmann de París. La muerte de sus padres, especialmente la de su madre, deterioró notablemente la salud de Proust y le hizo caer en un estado depresivo. Sin embargo, dio como fruto una de las grandes obras de la literatura universal.

Y como viene siendo ya habitual, el homenaje a este magnífico escritor pasa por el recuerdo de algunos de sus más elocuentes pensamientos:

"Un hombre honesto debe obtener la estima pública sin haberlo previsto y, por así decirlo, a pesar suyo. Quien se dedica a buscarla revela su estatura."

"El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos caminos, sino en tener nuevos ojos."

"El amor es una enfermedad inevitable, dolorosa y fortuita."

"El afortunado hallazgo de un solo libro puede cambiar el destino de un hombre."

"Allí donde la vida levanta muros, la inteligencia abre una salida."

Marcel Proust, influencia incontestable en la literatura como también en la filosofía e incluso en el arte, falleció en París a la edad de cincuenta y un años a causa de una neumonía.

CDR

miércoles, 9 de julio de 2014

ANIMALES

Animal es todo ser orgánico que vive, siente y se mueve por impulso propio. El ser humano, encajando perfectamente en esta definición, parece haberse posicionado por encima al considerarse, por supuesto, un ser racional y por tanto, superior. De manera que si a una persona se le dice "animal" es a modo de insulto, eres un ignorante, un grosero.

Pero no por estas cuestiones semánticas, el hombre y la mujer somos menos animales desde el punto de vista biológico.

Centrándonos en los animales que no pertenecen a la especie humana, se distinguen muchas subclases dentro del reino animal y ciertamente no es esta mi especialidad. Así que vamos a ocuparnos hoy de los animales domésticos, de los que más o menos todos sabemos lo básico. En especial me refiero a los gatos, perros y otras mascotas que el ser humano ha reducido y acostumbrado a estar con él. Porque en su naturaleza, ningún animal hay de compañía.

Y siendo pues cierto que los animales domésticos no han pedido ser nuestros compañeros, sino que les hemos obligado a ello a lo largo de los siglos, parece nuestra responsabilidad ahora tratarlos como los seres en que en realidad los hemos convertido, cariñosos, dependientes, indefensos.

Por eso me sorprende que haya gente que se escandalice de que la mayoría de los que tenemos mascota sintamos por estas aprecio, las cuidemos y las tratemos, según ellos, "como personas". Por supuesto que no hay que caer en el fanatismo -ni en este ni en ningún ámbito- ni perder la cabeza, un perro no es un hijo, ni un hermano, ni un padre, ni un esposo (pero sí es en verdad un amigo, un compañero). Además, en general, cuando se utilizan estos términos se suele hacer de forma figurada, claro, en un registro coloquial del lenguaje. Y cuando dejamos que nuestro perro o nuestro gato se suba a la cama o al sofá, no estamos tan alejados de aquellos hombres de hace no demasiados años que convivían con sus animales, compartían lecho, intercambiaban calor e incluso trabajaban juntos. Solo que ahora lo hacemos por gusto y antes era una forma de vida. Eso sí. Pero a nadie se le obliga a tener mascota. Por tanto, a quien no le guste que no la tenga, pero que respete a los que la tenemos y la cuidamos.

Porque los siguientes argumentos son para mí absurdos:

¿Es necesario para un animal tanto cuidado, tantas comodidades? Por supuesto que no. Igual que para nosotros no es vital todo lo que poseemos. No necesitamos el aire acondicionado en verano ni la calefacción en invierno, no necesitamos un televisor y mil aparatos más en casa que simplemente sirven para facilitarnos la vida, que disfrutemos de ella, pero no son imprescindibles. Igual que un perro puede dormir en el suelo también puede hacerlo una persona -y desgraciadamente hay demasiados casos-. Sin embargo, porque mi perro no tenga una cama, o no sea vacunado, o no sea lavado, o no le dé de comer tres veces al día, no voy a solucionar el problema de la pobreza en el mundo. Ojalá fuera tan sencillo. Ojalá no hubiera injusticias y no existieran animales que viven mejor que muchas personas. Ojalá el equilibrio del mundo dependiera de que los animales domésticos volvieran a su estado salvaje y los recursos y medios que en ellos invertimos se destinaran a cosas más "humanas". Y más aún, ojalá seres humanos y animales (domésticos y salvajes) pudiéramos vivir en armonía en esta Tierra que es de todos, aunque no lo parezca.

Las mascotas están malcriadas. Claro, como la mayoría de niños y adolescentes -y muchísimos adultos- de esta sociedad actual. Con la diferencia de que las repercusiones son bastante diferentes en ambos casos. Mientras que mi perro me toma el pelo cuando lo llamo y hace oídos sordos porque está oliendo algo interesante, y esto no tiene importancia alguna, puede que mi hijo se haya convertido en un auténtico tirano que no valora nada de lo que tiene y su relación conmigo sea más bien interesada que afectiva, ya que no he podido dedicarle suficiente tiempo en su más tierna infancia debido a mi ajetreada vida, y después llene ese vacío irrecuperable con cosas materiales. Esto sí es grave. Resulta, además, que cuando regaño a mi perro por algo que ha hecho mal, me mira con ojos culpables y se retira a un rincón, para volver a mis pies cuando nota que lo peor ha pasado. Mientras que mi hijo amenaza con denunciarme si le toco un pelo y transgrede las normas, ahora de la casa, en el futuro... quién sabe.

Me dirán que exagero. Es cierto. Para explicar algo no pocas veces hay que recurrir a los extremos y a la generalización, siempre injusta. Pero creo que cuando los detractores de las mascotas dicen que es impensable comprar un diamante para el collar del gatito, hacerle la permanente y la manicura, llevar el perro al dentista, ponerle calefacción en la caseta, sentarlo a la mesa a comer... también están exagerando. La mayoría de nosotros simplemente nos limitamos a darles cariño a nuestros animales, destinarles una exigua parte de nuestros ingresos -menos, seguro, que los sibaritas a sus caprichos- y tratarlos de una manera digna, como todo ser viviente se merece.

CDR

lunes, 7 de julio de 2014

MUJERES: SVETLANA STALINA

En esta tradicional serie dedicada a mujeres excepcionales, iniciamos hoy una variante en la que descubriremos a hijas de algunos tiranos, dictadores o genocidas, con el fin de reflexionar sobre cómo debe de ser una vida a la sombra de un padre así. Es innegable que los padres configuran nuestra identidad; no solo nos dan el nombre y los apellidos, sino que de alguna forma los hijos somos extensión de nuestros padres. ¿O no?

Empezamos con el caso de la única hija de Iósif Stalin, nacida en Rusia el 28 de febrero de 1926. Según ella misma cuenta en un libro autobiográfico, Veinte cartas a un amigo, tuvo una infancia privilegiada, de princesa comunista. La educó una institutriz y su padre la adoraba; la llamaba "pequeño gorrión", la besaba, la acariciaba y le regalaba juguetes inalcanzables para otros niños. Mientras que su madre, Nadya, era más fría, más distante con ella. Según parece, en noviembre de 1932, se celebró un banquete de jerifaltes comunistas con motivo del decimoquinto aniversario de la revolución. Stalin instó a su esposa a que bebiera alcohol en público, a lo que ella se negó. Ante la insistencia del marido, Nadya se levantó, salió corriendo de la sala y regresó a su apartamento del Kremlin, donde se pegó un tiro. A la pequeña Svetlana le dijeron que su madre había muerto de apendicitis. Incluso circularon rumores de que el propio Stalin había tenido algo que ver en la muerte de su mujer, pero la propia hija afirmó posteriormente que su madre se había suicidado, dejando una carta llena de reproches a su esposo.

Los siguientes diez años transcurrieron para la niña con tranquilidad, envuelta en el trato cariñoso de su padre, que no era exactamente igual con sus hijos varones. De Yakov, un medio hermano de Svertlana, que intentó suicidarse sin éxito, dijo Stalin que era tan inútil que no sabía ni matarse. Durante la II Guerra Mundial, el chico cayó en manos de los alemanes, quienes exigieron a Stalin la entrega de un general alemán a cambio de su liberación. Pero Stalin se negó y su hijo fue ejecutado.

Cuando Svetlana cumplió los diecisiete años, la relación con su padre cambió. Fue entonces cuando se enteró de que su madre se había suicidado y fue testigo, además, del maltrato hacia sus dos hermanos: a uno lo había dejado morir, y al otro, Vassily, lo humilló y acosó de tal modo que terminó alcohólico. Por si esto fuera poco, la muchacha inició un romance con un joven realizador de cine judío. Su padre -profundo antisemita- montó en cólera al enterarse, la abofeteó y a él lo deportó a Siberia, acusado de ser un espía. Svetlana desafió a su padre casándose al poco con otro hombre judío, del que se separó poco después de dar a luz un niño, Yosef. Más tarde, por indicación de su padre, Svetlana se casó con el hijo de un alto cargo del partido, con el que tuvo una hija, Ekaterina, y del que también se divorció al poco tiempo.

En 1953, tras la muerte de Stalin, Svetlana dejó de ser una princesa comunista , pues se denunciaron públicamente los crímenes de su padre y ella fue despojada de todas sus prerrogativas. Su apellido ya no le abría las puertas, sino más bien al contrario, siendo hija de un déspota a quien todos acabaron odiando. Así, cuatro años después, adoptó el apellido de la madre, Alilúyeva.

En 1963, se enamoró de un comunista indio llamado Brajesh Singh. No llegaron a casarse porque el Gobierno no se lo permitió, pero Svetlana se refería a él como su marido. Singh murió en Moscú en 1966 y ella obtuvo permiso para viajar con las cenizas a India. En ese viaje, la vida de Svetlana dio un giro, ya que pidió asilo político en la Embajada de los Estados Unidos en Nueva Delhi, para escándalo del Gobierno soviético y regocijo del americano, claro. En abril de 1967 llegó a Nueva York, donde dio una rueda de prensa en la que tildó a su padre de desalmado, de monstruo. Afirmó que huía a Estados Unidos en busca de la libertad  que no existía en Rusia, en manos de un régimen corrupto. Sus hijos se habían quedado allí. En esta estancia en tierras americanas escribió el mencionado libro autobiográfico, en el que, reconociendo las atrocidades cometidas por su padre, atenuaba su culpa hablando de un trastorno paranoide a causa del suicidio de su esposa y a la influencia de su insidioso jefe de policía, Beria.

En 1970, Svetlana se casó con el arquitecto William Wesley Peters. Este fue el padre de Olga, la tercera hija de Svetlana, con quien se fue a vivir a Inglaterra, tras separarse de nuevo. Catorce años después, en otro giro sorprendente, Svetlana regresó a la Unión Soviética, donde fue recibida como una hija pródiga. A su vuelta, no se cansó de condenar los sufrimientos y miserias del mundo occidental. Además, este regreso coincidió, no de forma casual, con el restablecimiento de la figura de Stalin. Y Svetlana, que tanto lo había criticado en América, le dedicó a su padre todo tipo de elogios e incluso inauguró un museo en su honor. Su hija Ekaterina no quiso encontrarse con ella, pero sí volvió a ver a Yosef, aunque pronto se pelearon.

El Gobierno trató bien a Svetlana, pero no tanto como ella esperaba. Así, en 1986 volvió a los Estados Unidos, donde llevó una vida solitaria bajo el nombre de Lana Peters, como murió en noviembre de 2011 en una residencia para la tercera edad.

Por supuesto, no podemos saber si Svetlana fue una oportunista que abandonó la URSS tras la muerte de su padre y su caída en desgracia, para volver después también muy oportunamente, o lo detestaba y criticaba sinceramente. Lo cierto es que siempre fue una mujer inestable, huyendo de la sombra de su padre, de una culpa heredada de la que nunca consiguió librarse.

CDR

viernes, 4 de julio de 2014

¿MEJOR?

Según Francisco de Quevedo, cuando decimos que todo tiempo pasado fue mejor, condenamos el futuro sin conocerlo. Aunque soy la primera que a veces se echa las manos a la cabeza pensando en qué mundo vivimos, a dónde vamos a parar, cómo han cambiado las cosas (a peor, claro), lo cierto es que esa nostalgia del pasado que sentimos no tiene ningún fundamento. A lo largo de los siglos, hombres y mujeres de todas las épocas han reivindicado el honor de existir en los momentos más desafortunados de la historia, y por supuesto no es diferente ahora.

Hoy parece que la visión de nuestro tiempo es desesperada y desesperanzada, nos encontramos inmersos en un proceso de rápidos cambios tanto sociales, tecnológicos, como ecológicos, etc. y quizá nuestro pensamiento está ofuscado. Idealizamos el pasado glorioso, de sólidos principios, y nos lamentamos del presente tan nefasto que nos ha tocado vivir. Sin embargo, no hay más que dar un vistazo objetivo a la historia para curarnos de esta errónea percepción.

En todas las épocas se atraviesa por dificultades, las cosas no son sencillas en la actualidad, es innegable la pobreza, el abuso de poder, la violencia, el deterioro imparable del medio ambiente, el cambio de concepciones éticas... Sin embargo, ¿no han existido siempre? Además, si comparamos el nivel de bienestar de hace apenas un siglo con el de hoy, es indiscutible que la situación ha mejorado. Hoy mueren menos niños al nacer, al igual que menos madres al dar a luz; hoy la mujer ya no es una propiedad deshumanizada del hombre; hoy la esperanza de vida ha aumentado hasta niveles insospechados hace unas décadas; hoy todos los menores de dieciséis años tienen derecho a una educación pública y gratuita; hoy podemos elegir a nuestros representantes; hoy ha germinado la preocupación por gestionar los recursos naturales. Y un largo etcétera, que viene a demostrarnos que nunca se ha vivido tan bien y tan democráticamente como ahora.

En fin, que la nostalgia de un antaño idealizado hace que nos olvidemos de los avances que se han producido y se siguen consiguiendo día a día. Claro que hay que luchar por mejorar, por mantener lo que tenemos. Claro que nos enfrentamos a terribles dificultades, pero no podemos ignorar la historia sino aprender de ella y sentirnos complacidos, y comprometidos, con el tiempo en que vivimos, al menos hoy la mayoría de hombres y mujeres podemos construir el mundo juntos, como seres libres e iguales. Por supuesto que no es así en todos los rincones del planeta, desgraciadamente, porque queda mucho por hacer. Pero ahí vamos avanzando por el camino, siempre hacia adelante.

CDR

jueves, 3 de julio de 2014

KAFKA

Tal día como hoy, en 1883, nació Frank Kafka, el que llegaría ser el novelista checho más universal. No se puede hablar de la Literatura del siglo XX sin aludir a Kafka, su obra influyó en numerosos pensadores y escritores tanto contemporáneos como posteriores. Gabriel García Márquez, por ejemplo, afirmó que la lectura de La Metamorfosis lo ayudó a darse cuenta de que se podía escribir de otra forma y separase del rebaño literario del momento. De hecho, son muchos los críticos que ven en Kafka el germen del realismo mágico hispanomaericano. Y esta es solo una de las múltiples vertientes que se apuntan.

Leer a Kafka no es sencillo, sus obras son complejas, casi en una línea surrealista, envueltas en un ambiente onírico y recorridas por el existencialismo. No en vano se utiliza el término "kafkiano" para describir una situación angustiosa o absurda. Mucho se ha explicado e interpretado sobre su desasosegadora y simbólica escritura, anticipo de la opresión y la angustia que caracteriza buena parte del siglo XX, por lo que no abundaremos aquí en ello.

Simplemente recogemos a continuación una serie de pensamientos del autor, como recordatorio de este genio de la literatura, lamentablemente fallecido de tuberculosis a la temprana edad de cuarenta y un años.

"Mi miedo es mi sustancia, y probablemente lo mejor de mí mismo."

"Lo importante es transformar la pasión en carácter."

"Todos los errores humanos son fruto de la impaciencia."

"El poseer no existe: existe solamente el ser."

"La literatura es siempre una expedición a la verdad."

"Un libro debe ser el hacha que rompa la mar helada que hay dentro de nosotros."

Dueño de una prosa magistral, Kafka plasmó en sus obras un universo particular que, entendido de una u otra forma, resulta indispensable en la historia literaria.

CDR

miércoles, 2 de julio de 2014

LA BÚSQUEDA

En el mes de julio ya no hay excusas para ponerse a leer. Para empezar, recomendamos hoy una lectura breve pero intensa, con una interesante trama y un sorprendente final.


Beryl Bainbridge (Liverpool, 1932-Londres, 2010) es considerada una de las novelistas británicas más relevantes del siglo XX. Autora de dieciocho novelas, dos libros de viajes, dos ensayos, dos volúmenes de relatos y cinco obras para teatro y televisión. Sin embargo, aunque nominada en cinco ocasiones al prestigioso premio Man Booker, no fue hasta su muerte cuando se le concedió póstumamente. Después de que Ático de los Libros editara dos de sus mejores novelas, La cena de los infieles y La excursión, con notable éxito, la misma editorial publica la novela que obsesionó a la autora durante los últimos años de su vida: La chica con el vestido de topos. Basada en sus propios recuerdos de un viaje de tres semanas que realizó de joven por Estados Unidos, en 1968, de Washington a San Francisco. De hecho, los primeros escritos de Bainbridge fueron alimentándose de su propia existencia, contando vivencias de su infancia. La joven Beryl empezó a plasmar todas estas experiencias, como entretenimiento, en unos turbulentos diarios, que décadas más tarde le sirvieron para el eje central de la que sería su postrera novela. Las últimas treinta y cinco páginas de La chica con el vestido de topos fueron escritas por su amigo y editor, Brendan King, a partir de las sugerencias que le hizo en su lecho de muerte la propia autora, que falleció a causa de un cáncer a los setenta y siete años.

Rose, una joven británica, cruza Estados Unidos  junto a Harold, buscando a un hombre que había conocido en su Inglaterra natal durante la infancia, el carismático doctor Wheeler, maestro y protector de la niña, pero absolutamente escurridizo. En cada una de las paradas que realizan los dos protagonistas donde creen que encontrarán al doctor, éste ya ha desaparecido, siempre un paso por delante de ellos. Viajan en la furgoneta Volkswagen de Harold, que además carga con todo el peso económico del viaje, mientras Rose vive su particular sueño americano. La relación entre ellos es complicada: silencios, diálogos secos, innumerables choques  –por medio de lo cual la autora da cuenta de la atormentada psicología de ambos personajes. – Harold cree que Rose tiene un carácter infantil, cercano al retraso mental, mientras que ella considera que Harold no la entiende.

Harold quiere encontrar a Wheeler para vengarse, pues le culpa de la muerte de su esposa, que lo dejó por una aventura con él y se suicidó cuando éste la abandonó. Para lograr su objetivo se vale de la ingenuidad de Rose, quien, a su vez, sueña con que Wheeler le ofrecerá un trabajo y podrá quedarse con él en Los Ángeles. Finalmente, el doctor parece encontrarse en el hotel Ambassador, formando parte de la comitiva del fiscal, justo cuando Robert Kennedy acaba de ganar las primarias y será asesinado. No se debe despreciar el trasfondo político de esta historia realista, a pesar de las sugerentes imágenes y el marcado simbolismo que contiene. Pero, en realidad, si tienen algo que ver los dos protagonistas con el crimen, en un confuso desenlace, es lo de menos, ya que lo que prevalece en este argumento es la convivencia de dos personas con caracteres, modos de vida y valores opuestos que, sin embargo, comparten el mismo objetivo: dar con Wheeler. Una distancia que parecía insalvable y se va recortando a medida que avanza el relato, porque verdaderamente la meta que ambos persiguen es dar sentido a su existencia.

Al más puro estilo road movie, Harold y Rose se desplazan a lo largo del territorio americano, pasando por diferentes estados mentales, viviendo experiencias diversas, y aprendiendo también el uno del otro. En todas las situaciones que se producen se aprecia cierto punto absurdo, grotesco y cómico, aunque esencialmente conmovedor. El humor de Beryl Baindridge, sutil, como si de una música de fondo se tratase, resulta perverso en algunos momentos, oscuro en otros, turbador siempre. Una prosa ágil y efectiva nos introduce en una historia con múltiples capas, entretenida y tensa a partes iguales.

Una notable comedia negra de una autora cuya agitada vida proporcionó materia prima para sus excelentes ficciones.

¡Feliz lectura!

CDR

martes, 1 de julio de 2014

AMORES EN LA MITOLOGÍA (VI)

En este primer día del mes de julio, vamos a recordar uno de los amores dionisíacos más conocidos: el del caprichoso dios con la bella Ariadna.

Dioniso es hijo de Zeus y Selene, hija de Cadmo. Un inmortal embriagador, inspirador, con una belleza natural y salvaje, en el que todo es impulso y prodigio. Nada hay en su historia que no esté tocado con el sello de lo divino. Su crianza estuvo a cargo de las ninfas, por tanto no es extraño que Dioniso se convirtiera en un inimitable seductor. Efectivamente, el dios sedujo a no pocos hombres y mujeres, si bien la narración que nos ocupa hoy es la de sus amores con Ariadna, hija de Minos y Pasifae. Dioniso decidió llevar a esta mujer al Olimpo.

La historia se remonta al momento en que Teseo llegó a Creta para combatir al Minotauro. Entonces fue cuando Ariadna conoció al héroe y se enamoró perdidamente de él al instante. Como se sabe, la joven lo ayudó a encontrar la salida del tortuoso laberinto de Dédalo, de una forma muy sencilla: dándole un ovillo de lana que este fue devanando cuando entró al laberinto y luego siguió para salir del mismo, una vez hubo matado al monstruo.

Y cuenta el mito que:

"En realidad, Ariadna ayudó a Teseo a cambio de que se casara con ella. Y ciertamente después de la aventura, ambos escaparon rumbo a Atenas. Sin embargo, los prometidos no llegarían a su destino. Una escala en la isla de Naxos trastocó los planes, como se tuercen las cosas ante el capricho de un dios. Pues en la isla se hallaba Dioniso, quien al ver a Ariadna quedó prendido por su belleza y decidió hacerla suya a toda costa. Por supuesto, antes tenía que deshacerse de Teseo, para lo que recurrió a sus dotes divinos. Así, durante la noche, mientras el héroe dormía profundamente, Dioniso se le presentó en sueños, sin esconder su identidad, y le aconsejó que partiera de inmediato, dejando en la isla a su prometida. Si no lo hacía, le previno el dios, una terrible desgracia le sucedería. Teseo, siempre en sueños, le contestó que la boda ya estaba planeada y que no podía echarse atrás. Dioniso se sorprendió ante tal resistencia, pero insistió en que si no salía de la isla sin ella, lo pagaría con grandes calamidades. Además, apeló al buen corazón de Teseo, diciéndole que el futuro de la joven sería más venturoso con él, pues le otorgaría la inmortalidad de los dioses.

Al día siguiente, cuando Teseo despertó, tenía el convencimiento de que lo correcto era llevarse a Ariadna. De todos modos, sentía una gran desazón y apresuró a sus hombres para partir lo antes posible. Mas de pronto, cuando se disponía a buscar a la muchacha, se desató una tormenta de gran virulencia. La desesperanza de Teseo se acrecentó porque no encontraba a Ariadna por ningún lado. Entonces comprendió que su sueño había sido algo más que eso y que Dioniso se había salido con la suya. La desgracia anunciada era la desaparición de Ariadna, que seguramente ya estaba con el dios, y no podría recuperarla nunca. Así, Teseo se marchó invadido por la pena.

Mientras Teseo se angustiaba por la desaparición de Ariadna, Dioniso ya se había encargado de llevársela. La joven también estaba desesperada por la pérdida de su amado, pero pronto el dios consiguió seducirla con vino y con la promesa de una vida eterna en el Olimpo. Sin poder reaccionar, Ariadna se vio repentinamente envuelta en una nube divina, que la condujo a la morada de los dioses. Allí le aguardaba una bienvenida propia de una diosa y los preparativos de la boda estaban ya dispuestos. Algo casi imposible de rechazar... La pareja se casó y compartió lecho en el Olimpo. Como regalo de bodas, Dioniso le regaló a Ariadna una diadema de oro confecionada por el mismo Hefesto."

Pero, por supuesto, pronto el dios se desdijo de su amor eterno y se marchó sin más a la India. Ariadna se quedó sola y finalmente se convirtió, junto con su regalo, en una constelación: la corona Boreal. Mientras, Dioniso siguió con sus amoríos -de alguno más nos ocuparemos en otra ocasión.-

No es poca la herencia que los dioses han dejado a los hombres.

CDR