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sábado, 21 de marzo de 2015

SOY MAMI: EL PARTO ES NUESTRO

Hace un tiempo se me pasó por la cabeza crear un nuevo blog para escribir sobre las inéditas inquietudes que me están surgiendo a raíz de la maternidad. Pero, por otro lado, me dije "estás loca", si casi no puedo ya con un blog, cómo voy a manejar dos. La idea surgió por el hecho de no saturar mi "Va de letras" con temas que quizá a la mayoría de mis seguidores (si es que aún me queda alguno) no les interesen. Sin embargo, seguí pensando y llegué a la conclusión de que puesto que en la propia descripción del blog dice "Blog personal de una géminis atípica. Palabras y más palabras", no se trata de una página concreta de nada y en ella puedo escribir sobre todo lo que tenga que ver conmigo y la cosas que me pasan por la cabeza.

En definitiva, todo este rollo es para inaugurar esta nueva sección "Soy mami", en la que hablaré, como ya he explicado, de temas que me interesan como mamá. Y qué mejor manera de empezar que tratando el parto, ya que es precisamente lo que hace efectiva la maternidad.

Es evidente que hemos llegado hasta aquí, a través de miles de años de evolución, gracias al perfecto mecanismo que se pone en marcha desde la concepción hasta el alumbramiento. No podemos negar que somos mamíferos y que, como tales, las mujeres estamos diseñadas y preparadas para parir. Sin embargo, la llegada de la tecnología en nuestras vidas a partir del siglo XVII (hace cuatro días, como aquel que dice), ha terminado por afectar a nuestros ciclos biológicos. Y de una manera muy especial, y preocupante, al nacimiento humano y, por tanto, a la mujer. Por poner un ejemplo, el número de cesáreas en la actualidad es alarmante, según la OMS (y España va a la cabeza), de manera que una operación que debería ser salvífica (gracias al desarrollo de la medicina) se ha convertido en un acto banal, al que muchas mujeres son sometidas sin ser informadas de sus riesgos. Muchas cesáreas no están asociadas a necesidades médicas, sino a un mal entendido "parto sin problemas". Por otro lado, también se produce un abuso de la anestesia, que solo debería usarse en caso de ser necesario y no generalmente, publicitando un parto sin dolor, porque la epidural afecta al bebé y al proceso natural de trabajo de parto para la madre. Y así, podríamos extendernos al uso de la oxitocina sintética y algunas maniobras que son peligrosas y sin embargo se practican asiduamente en los paritorios. Como también es muy dudosa la postura en la que se obliga a las mujeres a parir, pues esta no favorece el proceso sino que se ajusta a la facilidad que tendrá el obstetra para acceder al canal del parto. Y un (demasiado) largo etcétera. De tal manera que un fenómeno natural femenino que ha supuesto durante milenios la reproducción humana, se ha visto en los últimos años medicalizado e instrumentalizado hasta el extremo de que las mujeres hoy temen al parto, creen que no son capaces de dar a luz sin anestesia e incluso algunas ansían (e incluso piden voluntariamente) una cesárea. Sin embargo, en la actualidad cada vez más mujeres estamos haciéndonos conscientes de esta realidad, informándonos antes de dar a luz, algunas por desgracia traumatizadas después de un parto en el que han sido sometidas a lo que no puede denominarse de otra forma que violencia obstétrica, y se está produciendo un cambio hacia un parto más humanizado. Porque el embarazo, el parto, no son procesos patológicos y, más allá del seguimiento rutinario para comprobar que todo va bien, no deberían aplicarse técnicas invasivas si no fuese estrictamente necesario para salvaguardar la vida de la madre y/o del bebé.

Si las indicaciones del parto son buenas, la mujer parturienta solo necesita acompañamiento, que se priorice y se cuide de la vulnerabilidad psicológica del momento y se apoye el momento único y sagrado de dar a luz una nueva vida, teniendo en cuenta que tal instante sea lo menos traumático posible también para el recién nacido, dejando que el cordón umbilical siga latiendo unos minutos, sin separarlo de su madre, favoreciendo el piel con piel y el inicio inmediato de la lactancia. El bebé sabe cuándo tiene que nacer, debido a una compleja danza hormonal coordinada por la hipófisis, y la madre está, como se ha dicho, perfectamente preparada para soportar el trance. La medicalización del parto y el modo patriarcal e intervencionista que se practica interfieren en un delicado proceso biológico cuyo equilibrio afecta a numerosos aspectos de ese nuevo estado de la madre y del neonato.

Y aquí dejo la exposición teórica, creo que ha quedado bastante claro lo que quiero decir. Es un tema muy extenso que me tiene muy removida, he conocido últimamente historias espeluznantes que se producen a diario en nuestros hospitales, de mujeres que son relegadas de su propio parto y poco menos que violadas en el potro, despojadas de su dignidad y privadas de la esencia de nuestra naturaleza animal en pro de una asepsia más que discutible.  No busco polémica al escribir sobre esto, estoy informada y sé lo que digo. Habrá de todo, por supuesto, pero esta es la tendencia predominante. Y cuando los colectivos sanitarios se movilizan ante la aparición de alternativas (seguras y elegidas libremente por mujeres empoderadas), es por el miedo a perder el control, a que nos demos cuenta masivamente de que el parto es nuestro.

...

Hace cinco meses y medio que di a luz en el hospital comarcal La Inmaculada de Huércal Overa (Almería). Llevo desde ese mismo día queriendo contar mi experiencia y agradecer el trato recibido, pero el tiempo pasa muy deprisa y se consume increíblemente con un bebé en casa. No obstante, no quiero dejar de hacerlo porque para mí sigue teniendo mucho sentido. A día  de hoy estoy mucho más informada que en ese mismo momento sobre cómo debe ser un parto y sobre qué se debe esperar del personal que lo atiende, y por eso mismo he de escribir sobre esto, porque tuve la gran suerte de ser tratada en todo momento con humanidad y fui respetada en mis decisiones. En mi caso, yo no hubiera podido prescindir del hospital porque mi embarazo fue de riesgo a partir de la semana 25, tampoco es lo que quería. Pero cuando se acercaba el momento de salir de cuentas, sí estaba segura de que no quería que me indujesen el parto, ni me pusiesen epidural, quería un parto natural si fuese posible. Y así fue. Pude estar tranquila en la sala de dilatación (de pie, paseando, como me sintiese más cómoda) con mi marido hasta que llegó el momento, no se me coaccionó para tomar medicamentos, aunque se me ofreció la posibilidad, no se me trasladó al paritorio porque todo iba bien, y di a luz a mi hijo sin más mediación que la ayuda inestimable del matrón que me atendió. De inmediato me pusieron al niño sobre el pecho, dejaron el cordón hasta que el mismo papá lo cortó, me preguntaron respetuosamente si iba a darle lactancia materna y me apoyaron con las dudas y problemas que me surgieron con la misma. Estuve con mi niño encima durante dos horas y lo que pasó después, la intervención a la que tuve que someterme y que recuerdo como una tortura, nada tiene que ver con un parto no respetado. Al contrario, agradezco la preocupación de la matrona que descubrió que algo no iba bien y del ginecológo que lo solucionó, por muy doloroso que me resultase.

Este breve resumen no alcanza quizás a explicar el buen trato recibido y la profesionalidad de todo el personal de ginecología que me atendió durante el embarazo y el parto. No puedo nombrarlos porque me dejaría a alguien y porque tampoco conozco todos los nombres, pero sí conservo algunos (por haber coincidido varias veces o por su especial ocupación conmigo) y todos los rostros de aquellos que me acompañaron en esta experiencia única e inolvidable.

Aunque parezca una contradicción la primera parte de esta entrada con la segunda, no, es precisamente eso lo que pretendo expresar, que es posible conjugar el avance médico con la preservación de los procesos naturales e instintivos. Y que a veces, donde menos te lo esperas, existe un hospital respetuoso que echa abajo la mala fama alimentada por la mayoría.

Puede que ahora sea más radical que hace cinco meses, conozco otras opciones y a otras personas que han enriquecido mi visión, pero creo que si tuviera otro hijo, desearía tenerlo en el mismo hospital.

CDR

jueves, 19 de marzo de 2015

DECEPCIÓN

Yo, la primera,
me culpo
de esta gran decepción.

Porque las palabras
se las lleva el viento,
porque de boquilla
todos somos buenos.
Dijimos, prometimos...

Porque la vida sigue,
pero no para todos igual,
porque la soledad pesa,
algunos actos duelen
y el rechazo hiere.

Indiferencia,
cada uno a lo suyo...
Tú, ella, él, yo,
todo nuestro alrededor.
¿Es eso lo que se esperaba de nosotros?
Creo que no.

Las flores en vida, por favor.
Promesas cumplidas.
Dar lo que recibimos.
Enseñar a nuestros hijos.
...

Somos una gran decepción.

(O al menos así lo siento yo.)

CDR

martes, 17 de marzo de 2015

ESTRELLAS

Del latín stella, estrella es cada uno de los cuerpos celestes que brillan en el cielo, excepto la Luna. No es necesario brillar mucho para que se considere estrella a cualquier individuo que salga en televisión; el falso brillo ciega mucho.

Cualquier objeto formado por rayos que parten de un centro común o por un círculo rodeado de puntas también es un estrella. Y ese signo se ha convertido en indicador de la graduación de jefes y oficiales en las fuerzas armadas. Igualmente son estrellas las que nos indican la categoría de un establecimiento hotelero. A veces es muy importante alcanzar las estrellas.

Si alguien ha nacido con buen sino, con suerte, se dice que tiene buena estrella. También se utiliza como sinónimo de destino, hado, mi estrella me condujo a ti. Hay quien nace con estrella y hay quien nace estrellado, según la sabiduría popular. Por cierto, que si recibes un fuerte golpe y este te produce lucecillas en la visión, se podría decir que has visto las estrellas.

Además de las que aparecen cada noche en el cielo si está despejado, también puede verse ocasionalmente alguna estrella fugaz, repentina y veloz, se apaga pronto. Pide un deseo por si acaso antes de que se desvanezca.

Querer contar las estrellas es algo muy difícil, imposible, como lo será el empeño que a tal locución dé lugar. Usada en aposición -ya que estamos con la lingüística-, indica que lo designado por el sustantivo al que se pospone es lo más destacado en su género, proyecto estrella.

Más olvidada está la estrella de mar, Equinodermo cuyo cuerpo formado por placas calcáreas tiene esa forma, con cinco puntas.

Si tiene seis, será una estrella de David, símbolo del judaísmo y que ya nada tiene que ver con el mar.

Con caldo, que al fin y al cabo es agua, se puede cocer esa pasta de estrellitas que tanto gusta a los niños.

Qué confusión con estrellar, pues no es lo mismo el adjetivo relativo a las estrellas que estrellarse, hacerse pedazos, fracasar, chocar con otra opinión... ni freír un huevo. Otra cosa es estrellar sembrando de estrellas.



CDR