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miércoles, 2 de mayo de 2018

DESBARAJUSTE

Falta de orden.
En mi cabeza.
En mi casa.
En mi vida.

Mi mundo exterior es un reflejo
de mi mundo interior.
O como es dentro es fuera.

Falta de enfoque.
Confusión.
Miedo.
Angustia.
Desbarajuste.

Demasiado ruido.

Basta.

Silencio.
Ya.
Lo necesito.

Soy perfecta
tal como soy.
Todos lo somos.
Pero lo olvidamos
a medida que crecemos.

Y crecen los debes,
los tienes que,
los noes...

Los dimes y diretes.

Y empiezan las contradicciones.

El desajuste entre lo que has venido a ser
y lo que eres,
o lo que se espera que seas,
entre lo que haces y lo que quieres.

No, yo también sé decir no
alto y claro.

Mejoro y avanzo
a mi manera.
Salto al vacío
sin redes tal vez,
pero segura, serena.

Me pongo coherente.
Alineo mis tres frentes:
el alma, el corazón y la mente.

Me alejo de quienes me desbarajustan.

Me siento consciente.
Hoy un poco más.

Y menos liada, desordenada.

Tranquila y desenfadada,
menos que mañana.

Guste o no guste.

CDR

viernes, 20 de abril de 2018

SOBRE EL AMOR

¿Qué es para ti el amor? Seguramente responderás pensando en esa emoción romántica, apasionada, que nos despierta una persona, relacionando amor con enamoramiento. Y no es erróneo, pero sí me parece absurdo, falaz, e incluso negativo y hasta peligroso, tanto reducir el amor a eso, como ligarlo a ideas como la media naranja, el amor de mi vida o sin ti no soy nada. Es lo que siempre nos han dicho, lo que nos han enseñado, lo que escuchamos en las canciones, en los poemas, lo que se respira en el ambiente.

Sin embargo, esta concepción del amor tiene más que ver con el apego, de ahí que las relaciones deriven en autoritarismo, dependencia, control, celos, falta de autoestima, sacrificio...

Y lo cierto es que cada uno de nosotros somos seres completos ya desde que nacemos, no necesitamos a nadie como otra mitad, no debemos tomar a nadie como el sentido de nuestra vida, y ni nuestra felicidad, ni nuestra valía pueden depender de otra persona, de nada externo en realidad. Por eso, solo cuando tú te quieras a ti misma, te aceptes y te respetes, encontrarás el amor verdadero en otra persona. Y ese amor no conllevará sufrimiento ni sacrificio, solo sumará felicidad. Será un amor incondicional. Un amor que te lleva a transitar con alguien hacia el mismo horizonte, pero que permite a ambos ser libres, que te lleva a crecer juntos sin renuncias ni reproches.

Por otra parte, el amor va más allá de esto, es algo mucho más grande y fuerte, es una energía de alta vibración capaz de transformarnos y, por ende, de cambiar el mundo. Yo diría que es el amor lo que puede mover montañas. Si abandonamos el plano del miedo y nos conectamos con esa fuente de amor, todo a nuestro alrededor cambiará. ¿Te resulta difícil de creer? Simplemente tienes que probarlo, aunque no es fácil. Nuestra programación mental está muy consolidada, nuestro poder adormecido y nuestro ego no deja de repetirnos cuál es la (su) verdad.

Pero el amor está ahí, vibrando, esperándote. Porque si no te sientes completa, si no te sientes libre, si no te sientes feliz, si no eres capaz de ver el amor en todas las cosas, es que necesitas replantear tu situación.

Se trata de volver al amor que somos.

CDR

martes, 17 de abril de 2018

SOY MAMI: MIEDO NO

No quiero que mis hijos me tengan miedo.

Miedo precisamente es lo que enseñamos a los niños cuando les castigamos. Se trata de un estilo de crianza normalizado y mayoritario, pero eso no quiere decir que sea correcto ni beneficioso. El castigo se aplica para erradicar un comportamiento que consideramos inadecuado. Pero, ¿inadecuado para quién? ¿Quién decide lo que está bien y lo que está mal? Porque lo que en tu casa está prohibido puede ser tolerable e incluso divertido en otra casa. Y si nos referimos a normas de conducta socialmente establecidas, ¿queremos que nuestros hijos actúen por miedo a las consecuencias o preferimos que aprendan a autorregularse?

No quiero que mis hijos me tengan miedo, porque la ansiedad y el sentimiento de culpa que genera el castigo afectaría negativamente a mi relación con ellos. ¿Quieres quebrar su confianza? Entonces castígales a menudo, merma su autoestima y muéstrate agresiva, les dejarás huella sin duda.

Si todos los seres humanos merecemos respeto y amor incondicional, ¿por qué no los niños? Pegándoles, directamente estamos infligiendo la ley, pero también les herimos con nuestros gritos, nuestros reproches y retiradas de atención. Y todo porque nosotros, los adultos omnipotentes, no tenemos otros recursos. Es cierto que este es el patrón de crianza que hemos heredado, pero en nuestras manos está la información, la formación y, por qué no, el sentido común, escuchar nuestro instinto y no hacer algo que en el fondo, tras el alivio de haber superado la situación, nos crea malestar. Los "por tu propio bien" o "me duele más que a ti" ya no sirven, no nos engañemos.

A corto plazo el castigo parece efectivo, porque ataja el comportamiento que se quiere eliminar, pero al crear ansiedad en el niño conlleva a la larga una actitud defensiva y una conducta desorganizada, por lo que en realidad resulta contraproducente.

Así que es fundamental aprender a gestionar nuestras emociones, porque nuestros hijos son el espejo en el que nos reflejamos. En sus primeros años, la sensibilidad de los niños está a flor de piel, ellos nos perciben como un todo y todo cuenta, las miradas, los gestos, el tono de voz, el silencio... Los niños aprenden a través de su experiencia, y es responsabilidad nuestra cómo sea esta. No es que no tengamos que decirles que un comportamiento no es adecuado -si bien debemos repasar la lista y menguarla hasta lo realmente importante-, pero en vez de castigarlos, es mucho más enriquecedor ofrecerles alternativas y en definitiva, trasmitirles que los queremos incondicionalmente por lo que son, y no por lo que hacen o no, bien o mal.

No es fácil, cuesta porque no estamos acostumbrados, pero se trata de ir más allá de pretender que el niño haga o aprenda algo solo porque yo se lo digo, y por el contrario, esforzarnos en comprenderles, tratarlos como seres singulares y atender las necesidades que se esconden tras sus comportamientos. En vez de castigar, busquemos soluciones. No generemos miedo, dejemos que aprendan los efectos de sus acciones a través de la exploración del entorno y por lo demás, involucrémonos en su desarrollo sin cortarles las alas de su infancia.

El respeto no es algo opcional. No sirve el argumento "todos nos hemos criado así y no estamos tan mal". Porque bien no estamos precisamente. Si aspiramos a un mundo sin violencia, sin miedo, no podemos criar a nuestros hijos con gritos, amenazas y temor. Los niños son el futuro y si soñamos con un futuro de igualdad, de personas autónomas, creativas y respetuosas consigo mismas, con los demás y con el planeta, debemos empezar por una crianza amorosa en la que el niño sea el verdadero protagonista, un ser al que acompañamos en su camino y no al que sometemos y moldeamos a nuestro antojo.

Por mucho que esto suponga superar primero nuestros propios miedos.

CDR

lunes, 16 de abril de 2018

FLEXIBILIDAD

Ante la vida,
sé flexible.
Caminarás más ligera,
con menos dolor
y frustraciones.

Ten metas,
persíguelas,
pero acepta el resultado,
sea cual sea,
segura de que es el mejor.

No seas tan exigente
contigo misma,
vence la rigidez,
disfruta con plenitud
del presente.

El vacío que sientes
en tu interior
quieres llenarlo con cosas
externas,
no tiene sentido.

Busca dentro de ti,
allí están las respuestas,
no pongas obstáculos
imaginarios
a tu felicidad.

Tu mente es elástica,
hazla flexible
como el tallo de una flor,
que se inclina a merced del viento
sin preocuparse por ello.

No puedes tenerlo todo
bajo control,
es imposible,
porque la vida es cambio
y es bueno que así sea.

No dependas de lo que piensan
los demás,
no tienes que demostrar nada.
Solo a ti misma, demuéstrate,
acuérdate de cuánto vales.

Di que no más veces,
no te justifiques
y reconecta con tu verdadera
esencia,
libre y flexible.

Sé flexible,
porque todo cambia,
todo fluye,
no bloquees tu energía,
cuestiona tus certezas.

Vive plena.

CDR

sábado, 14 de abril de 2018

SECRETOS

Es primavera, pero el tiempo persiste ventoso y frío, se alarga la tregua antes del calor intenso que sin duda llegará. Y mientras tanto, seguimos leyendo. Un buen libro es adecuado siempre. La propuesta de hoy es una interesante novela que, más allá del argumento y de la excelente galería de personajes, nos desvela el lado más humano de uno de los grandes poetas de la literatura hispana.



Desde la sombra, de ahí parte La mujer de Isla Negra (2015), novela basada en Pablo Neruda, que muestra a un hombre genial pero también dominante, caprichoso, infantil, embustero, contradictorio y cobarde a la hora de resolver sus conflictos personales, alejado de la imagen de hombre entrañable y bonachón, fértil poeta, que otras adaptaciones han hecho de su persona (Ardiente paciencia, de Antonio Skármeta, 1983, que más tarde se volvería a publicar con el título más conocido de El cartero de Neruda.) Se discierne así la dicotomía entre la vida pública y la vida privada del poeta. En definitiva, Fasce da la visión de un ser humano con sus virtudes y defectos, más cercana al hombre que verdaderamente fue. Pues es esta una ficción con personajes reales, ambientada entre 1953 y 1961, en la casa que el poeta chileno tenía en Isla Negra e inspirada por la lectura de una biografía de Delia del Carril por parte de la autora. Tercera novela de María Fasce (1969), nacida en Buenos Aires y residente en Madrid, directora literaria de Alfaguara y escritora, con una cumplida trayectoria –relatos, novelas y una obra de teatro– además de traductora, periodista, crítica literaria y de cine.

Sin embargo, no es Neruda el protagonista de esta historia, como el propio título anuncia, sino que la trama se desarrolla en torno a Elisa Luna, una adolescente que llega a Isla Negra desde Temuco con su madre Raquel, como asistenta, una mujer invisible a ojos de Pablo, aunque guarde un gran secreto; y se sustenta de las diferentes mujeres que pasan por la casa y la vida del escritor chileno en este periodo. Además de estas dos, la aristócrata argentina Delia del Carril, esposa de Neruda, veinte años mayor que él, y la amante de este, Matilde Urrutia, con la que finalmente también se casará. Elisa vive impresionada por la sofisticación de Delia, quiere parecerse a ella e incluso acepta permanecer en la casa sin su madre por quedarse bajo su protección. No en vano Delia era apodada la Hormiga, por su pequeña estatura y su acción frenética, una verdadera activista comunista que influyó en las ideas políticas de Neruda. Y la entrega de esta a Pablo era completa, pues comprende y acepta todas sus debilidades, haciendo las veces de la madre que él perdió prematuramente. Pero las infidelidades del poeta son constantes, Elisa las espía entre los objetos de la recargada casa, a la vez que se empapa de su poesía y accede a los libros de la biblioteca. Aprende el uso de las buenas costumbres y el gusto literario de la mano de Delia. Así, la chica aborrece a Matilde, que le parece vulgar y superficial. Se puede considerar que el matrimonio con Delia llegó a ser de conveniencia, el poeta con cincuenta años vivía su amor real con Matilde y Delia, a sus setenta, simplemente mantenía el vínculo legal con el marido. Sin embargo, la situación se hace insostenible después de dieciocho años de feliz convivencia y, tras una dolorosa separación, ríos de tinta verde con la que escribía Neruda, Delia se refugia en su añorado París. Al mismo tiempo que todo esto ocurre, asistimos a la evolución de la joven, que en la casa pasa de adolescente a mujer, descubriendo su cuerpo, el deseo y el amor, y hundiéndose sin darse cuenta en una espiral que la aleja de sus raíces. Después de unos años, tras una estancia en París, Elisa regresa a Isla Negra para reconciliarse con su pasado.

Es destacable en esta novela de construcción y prosa sencillas, casi poética, la descripción de diferentes tipos de feminidad. Si bien la narradora es Elisa y su punto de vista es el prisma por el que todo el relato se filtra, aparecen tipos diferenciados de mujer, todas ellas marcadas de una forma u otra por el carismático y seductor Pablo Neruda: la mujer sufridora en silencio (Raquel), la esposa culta, elegante y sensible (Delia), la amante pasional y vulgar (Matilde) y la joven mujer que madura, abandona su infancia y se encuentra consigo misma (Elisa), influida esta por todas las demás. Las mujeres de Neruda en este espacio de tiempo que la novela recrea, pero que fue un continuo en la vida del poeta, hombre enamoradizo e inspirado en numerosas musas. Un poeta que escribió versos memorables y también algunos malos versos, como todo gran artista.

La novela, como se viene diciendo, se basa en personajes y situaciones reales, si bien la autora se ha tomado la libertad de modificar los tiempos en que algunas cosas sucedieron verdaderamente, inventando además hechos y situaciones a favor de la ficción literaria. Así, el relato queda dividido en cuatro partes. La primera, a lo largo de veintisiete capítulos, cuenta la llegada de Elisa y Raquel a la casa de Neruda en Isla Negra, cómo la niña va descubriendo la intimidad de los rincones, extrañándose de las reacciones que a veces percibe en su prudente madre, y conociendo al hombre que escribe versos siempre con tinta verde. Poco tiempo después, llega también Delia, la esposa, una mujer brillante que llena la casa con su elegancia, su perfume y sus cuadros. En la segunda parte, de catorce capítulos, se relata el proceso de maduración de Elisa, su relación con Aldo, la decisión de quedarse sin su madre y el viaje que tendrá que hacer a Temuco por motivos de la salud de esta. Los quince capítulos de la tercera parte narran la estancia de Elisa en París, su reencuentro con Delia, su matrimonio con Philippe, su descenso a los infiernos. Para volver a Isla Negra, en la cuarta parte, de ocho capítulos, y comprender todo lo que había estado martirizándola.

Por lo que respecta al estilo, no hay duda, y ella misma lo confiesa, que María Fasce es seguidora y admiradora de autores norteamericanos como Capote, Fitzgerald, Cheever, Carver o Hemingway; se adivina así en la sencillez del vocabulario, claridad sintáctica y prosa fluida, de modo que el lector queda atrapado por la historia, sin que su atención se desvíe con los artificios del lenguaje. Capítulos breves, que sugieren entre líneas secretos que el lector intuye y poco a poco irá desvelando. No obstante esta naturalidad lingüística, encontramos en la novela descripciones estéticas bellísimas, que destilan sensibilidad y conmueven el corazón. Una narración desnuda, que no deja indiferente, para deleitarse con su lectura, conocer una parte más oscura del célebre poeta chileno y, más allá, reflexionar sobre cómo actuamos y lo que verdaderamente somos.

¡Feliz lectura!

CDR

miércoles, 11 de abril de 2018

HIPÉRBOLE

Érase un hombre y una mujer y un niño...
a un móvil pegados —o a cualquier dispositivo—,
érase una incomunicación superlativa,
érase un mundo sin afectos,
érase un mundo global, árido y frío.

Era una paradoja muy abultada,
érase un hablar sin decir nada,
érase un vacío de miradas,
era la inteligencia más que postrada.

Érase el colmo de la soledad,
érase un exagerado aislamiento,
el océano y el desierto, sordos de verdad.

Érase que se era la desinformación,
en la era de la información, amigos,
me gusta y seguidores, desconocidos.

No pretendo imitar a Quevedo,
ni esto es un soneto,
expresar el desconcierto es lo que quiero,
que me produce este sinsentido
con que me encuentro,
cada día, en cada esquina,
a veces hasta conmigo misma.

Hipérbole hiperbólica
de esta sociedad neurótica,
no somos islas
ni antenas parabólicas,
humanos somos
para disfrutar del entorno,
los unos de los otros,
en vivo y en directo,
que la vida es lo que pasa
mientras nos abduce la pantalla.

CDR

lunes, 30 de octubre de 2017

(J)AULAS

Hoy ha empezado para mí el curso escolar, un mes y medio después del comienzo oficial. El motivo es que hasta ayer estuve disfrutando de mi permiso por maternidad, a la vez que mi alumnado ha sufrido estar sin nadie que le dé clase, porque aún tratándose de una baja con tanta antelación como desde abril, no se ha mandado sustituto en mi puesto, desconozco por qué razones aunque se me ocurren algunas y ninguna de ellas tiene que ver con la calidad de la enseñanza, los derechos de los alumnos ni la consecución de objetivos, cosas que sí se nos exigen a nosotros a diario desde la Administración. Una vez más es el de abajo, el débil el que paga las consecuencias.

...

Hoy he conocido a muchos niños y niñas de entre once y trece años, ya en la preadolescencia, y todos ellos me han caído bien, he visto mucha diversidad y muchísimas cosas en común. Y he llegado a casa con las mismas preguntas de siempre rondándome la cabeza, esta vez con una descarada insistencia. Las dos más importantes serían: por qué están etiquetados tanto como individuos como por grupos y por qué los centros, las materias, las clases siguen anquilosadas en el pasado. ¿No estamos en pleno siglo XXI? Eso no significa solo aulas repletas de ordenadores y pantallas digitales, es algo más, es una actitud, un cambio que poco a poco se va gestando en algunos centros pero que en la mayoría está a años luz. Y a mí me parece que ya está bien de agrupar a los alumnos solo por el criterio de la edad. Que ya está bien de cargarles sobre la espalda el "listo" o "tonto" (así o con otros términos políticamente correctos pero igual de limitadores) solo por notas que no cuantifican más que la inteligencia digamos académica. Que ya está bien de que el instituto sea un mundo pararelo, con materias especializadas sin conexión alguna ni entre ellas ni con la realidad, con horarios rígidos, con un funcionamiento, en definitiva, que más recuerda a una fábrica, a una cadena de producción, que a un lugar agradable donde aprender y crecer. Que ya está bien de que no aprovechemos los años que los alumnos pasan con nosotros para ayudarles a que todos puedan alcanzar su máximo potencial, independientemente de su nivel social o de su capacidad intelectual.

...

Tengo mucho, muchísimo que decir sobre esto, y diré más en otras entradas, seguro. Pero hoy terminaré aferrándome a la esperanza (a la vez que a la tristeza de la soledad) de que al menos yo -este curso más que nunca, ya me he cansado de las medias tintas- voy a trabajar de otra manera con mi alumnado, ofrecerles algo más que conocimientos, divertirme con ellos y sembrar en su interior la semillita de la confianza, la autoestima, la colaboración... para que después puedan florecer y contribuir a un mundo mejor.

El futuro ya está aquí y tarde o temprano las (j)aulas tendrán que abrirse.

CDR