FRÁGIL
Pensaba que nada podría pasarle solo por el hecho de
tener quince años. Vivía en ese estado de felicidad que te da la
juventud y la seguridad de que la muerte es algo lejano y ajeno. Hasta que la
encontró de cara una tarde de domingo. Con lo que le gustaban a ella las tardes
de domingo... tan melancólicas, tan tenues, un poco aburridas y a la
vez precursoras de otra semana llena de cosas por suceder.
Mientras
preparaba sus libros para clase, ordenando su mochila, despejando su cabeza de
los recuerdos del trepidante sábado pasado con los amigos, su corazón se heló
al paso de una sombra. No hubo lugar para reclamaciones, ¡oiga, usted, yo no
quiero irme!, simplemente sucedió en un instante y su rostro lívido quedó con
la incipiente exclamación sin brotar de sus labios para siempre.
CDR
No hay comentarios:
Publicar un comentario