Vistas de página en total

lunes, 17 de marzo de 2014

AMORES EN LA MITOLOGÍA (V)

Contaremos hoy la historia de Atalanta, una mujer muy especial, que ya en su tiempo luchó por ser considerada como una igual por los hombres. Sin embargo, su extremada belleza y su destino fatal supusieron obstáculos insalvables.

Este relato podría ser muy breve, pues nada más nacer, el padre de Atalanta, el rey Yaso, ordenó que la abandonasen en la montaña; su delito era el de ser niña. Pero afortunadamente una osa la amamantó hasta que unos cazadores la encontraron y decidieron criarla. Así, la infancia de la pequeña transcurrió entre bosques y montañas, practicando lo que más le gustaba, la caza. Por esto no debe extrañarnos que su patrona fuese Ártemis, la diosa de la naturaleza y de la caza. Y como esta, Atalanta se juró permanecer siempre virgen. Porque, además, un oráculo había predicho que si se casaba se convertiría en un animal.

A Atalanta le resultaba realmente complicado mantener su promesa, ya que tanto los hombres como los dioses estaban siempre al acecho de su próxima conquista y ella se había convertido en una mujer bellísima y deseable a los ojos masculinos -mortales e inmortales-.

Eneo, el rey de Calidón, ofrecía cada año un sacrificio a todas las divinidades en agradecimiento por las buenas cosechas. Sin embargo, en una ocasión se olvidó de Ártemis. Como castigo a ese imperdonable olvido, la diosa envió a su región un jabalí enorme que se dedicaba a asolar los campos.

Meleagro, el hijo del rey, al llegar a la edad viril, decidió que ya era momento de librarse del animal. Para hacerlo, organizó una cacería en la que participaron algunos de los héroes más importantes de la época -Castor y Polux, Teseo, Jasón...- y una mujer, Atalanta. La presencia femenina les incomodaba, pero como Meleagro, a pesar de estar casado, se había encaprichado de ella, le permitió participar. Los cazadores avanzaron por el bosque en formación de media luna, a pocos metros unos de otros. La heroína ocupaba el último lugar en el extremo derecho del grupo. Dos centauros que acompañaban atrasados a la comitiva no dejaban de observar embelesados sus gráciles movimientos y su larga cabellera y decidieron cambiar de presa. Así que se pusieron a correr detrás de ella para raptarla. Pero no tuvieron en cuenta la habilidad de la joven con el arco, que en un santiamén los mandó al infierno.

Telamón y Peleo avanzaron con sus jabalinas hacia el animal con tan mala suerte que el primero tropezó con las ramas de un árbol y, mientras su compañero lo ayudaba a levantarse, el jabalí los oyó y los embistió furioso. En ese momento apareció Atalanta y disparó una flecha que atravesó la oreja del animal y provocó su huida. Cuando Teseo lo tuvo cerca le lanzó la jabalina con su descomunal fuerza, pero erró. Por su parte, Meleagro hizo lo mismo y esta vez sí acertó de pleno en la fiera. Tras rematar al animal, el príncipe de Calidón lo despellejó y regaló su piel a Atalanta, reconociendo que ella había derramado la primera sangre y que, de haberle dado la oportunidad, ella habría matado al animal con sus propias flechas. Por supuesto, este ofrecimiento ofendió a los cazadores, que pensaban que la piel les correspondía a ellos, como era costumbre. El asunto se resolvió a golpe de espada.

A estas alturas, el padre de Atalanta se sentía muy orgulloso de las hazañas de su hija y acabó reconociéndola. Nada más verla le dijo que había llegado la hora de casarse. Ella, muy consciente de lo que le pasaría de obedecer a su progenitor, puso la siguiente condición: -Accederé siempre y cuando mi pretendiente me gane en una carrera. De lo contrario, lo mataré.- El rey dio su aprobación.

Ni que decir tiene que la chica corría como un relámpago. Muchos príncipes, atraídos por su belleza, murieron al no poder competir con ella. Su estrategia consistía en dar un poco de ventaja a sus rivales para después perseguirlos con una lanza con la que los atravesaba al atraparlos.

Y cuenta el mito que:

"Un joven, Melanión, estaba tan enamorado de Atalanta que, lejos de asustarse por el final sangriento de quienes osaban enfrentarse a ella, retó a la bella cazadora. Pero, muy cautamente, invocó la ayuda de la diosa Afrodita, quien le hizo entrega de tres manzanas de oro y le aconsejó que tirase las manzanas, una tras otra, cuando Atalanta estuviera rezagada.

La carrera comenzó como siempre, Atalanta puso en práctica su estrategia. Melanión, que no era un gran atleta, al ver que ella se acercaba ya demasiado tiró la primera manzana dorada fuera del camino. La joven, sorprendida, fue a recoger la fruta. Pero una vez la tuvo siguió persiguiendo rauda a su contrincante. Él lanzó la segunda manzana y Atalanta, no satisfecha con una, fue a recoger también esta otra. La meta estaba cerca. Melanión, resoplando de cansancio, ya daba como suya la victoria cuando sintió de nuevo el aliento femenino en su nuca. Entonces lanzó la tercera manzana y la joven, ligera como una gacela, fue a buscarla, dándose cuenta de que Melanión ya había atravesado la meta.

Como no podía ser de otra manera, Atalanta fue fiel a su promesa y se casó con Melanión. Pero el oráculo no tardó mucho en cumplirse.

La pareja, muy enamorada, vivió feliz durante un tiempo. Sin embargo, un día, mientras paseaban, los jóvenes entraron en uno de los santuarios de Cibeles y gozaron allí de su amor. La diosa montó en cólera ante tal sacrilegio y los transformó en leones. Era creencia entre los antiguos griegos que los leones no se cruzaban entre sí, de manera que al convertirlos en estos animales, Cibeles no sólo les arrebató su condición de humanos sino que los condenó a no poder disfrutar nunca más el uno del otro."

Según la leyenda, una vez metamorfoseados, la diosa los unció a su propio carro para que tiraran de él... como bien podemos ver en la fuente de la Cibeles en Madrid.

Desde luego, la curiosidad y el encaprichamiento aparece en todos los mitos femeninos. Y los dioses cuando se enfadan, imponen castigos ejemplares.

CDR

3 comentarios:

  1. Sin duda, un excelente blog, hoy con un contenido estupendo para aprender.
    Pmd.

    ResponderEliminar
  2. ¿Por qué los humanos sucumbimos siempre al amor aun sabiendo lo que nos puede deparar? No tenemos solución.

    ResponderEliminar
  3. Una historia muy interesante y que yo desconocía. Me pregunto ¿y si los dioses pusieran ahora algunos de esos castigos???????

    ResponderEliminar