Vistas de página en total

viernes, 22 de agosto de 2014

CERTEZAS

En algún lugar de África sucedió la historia que a continuación les relato y que nos hace reflexionar sobre cómo cada vez que construimos la certeza de que algo horrible va a pasar, aun no sabiendo de qué forma (consciente o inconscientemente), nos ocuparemos de producir, buscar o no impedir que efectivamente suceda.

"Seis mineros trabajaban en un túnel muy profundo extrayendo minerales desde las entrañas de la tierra. De repente un derrumbe los dejó aislados del afuera sellando la salida del túnel. En silencio cada uno miró a los demás. De un vistazo calcularon su situación. Con su experiencia, se dieron cuenta rápidamente de que el gran problema sería el oxígeno. Si hacían todo bien les quedaban unas tres horas de aire, como mucho tres horas y media.

Mucha gente de fuera sabría que ellos estaban allí atrapados, pero un derrumbe como este significaría horadar otra vez la mina para llegar a buscarlos. ¿Podrían hacerlo antes de que se terminara el aire?

Los expertos mineros decidieron que debían ahorrar todo el oxígeno que pudieran. Acordaron hacer el menor desgaste físico posible, apagaron las lámparas que llevaban y se tendieron todos en el piso.

Enmudecidos por la situación e inmóviles en la oscuridad era difícil calcular el paso del tiempo. Incidentalmente solo uno de ellos tenía reloj. Hacia él iban todas las preguntas: ¿Cuánto tiempo pasó? ¿Cuánto falta? ¿Y ahora?

El tiempo se estiraba, cada par de minutos parecía una hora y la desesperación ante cada respuesta agravaba aun más la tensión.

El jefe de mineros se dio cuenta de que si seguían así la ansiedad los haría respirar más rápidamente y esto los podía matar. Así que ordenó al que tenía el reloj que solamente él controlara el paso del tiempo. Nadie haría más preguntas, él avisaría a todos cada media hora.

Cumpliendo la orden, el del reloj controlaba su máquina. Y cuando la primera media hora pasó, él dijo: "ha pasado media hora". Hubo un murmullo entre ellos y una angustia que se sentía en el aire. El hombre del reloj se dio cuenta de que, a medida que pasaba el tiempo, iba a ser cada vez más terrible comunicarles que el minuto final se acercaba. Sin consultar a nadie decidió que ellos no merecían morirse sufriendo. Así que la próxima vez que les informó la media hora, habían pasado en realidad cuarenta y cinco minutos. No había manera de notar la diferencia, así que nadie siquiera desconfió.

Apoyado en el éxito del engaño la tercera información la dio casi una hora después. Dijo "pasó otra media hora"... y los cinco creyeron que habían pasado encerrados, en total, una hora y media, y todos pensaron en cuán largo se les hacía el tiempo.

Así siguió el del reloj, a cada hora completa les informaba que había pasado media hora.

La cuadrilla apuraba la tarea de rescate, sabían en que cámara estaban atrapados, y que sería difícil poder llegar antes de cuatro horas. Llegaron a las cuatro horas y media. Lo más probable era encontrar a los seis mineros muertos.

Encontraron vivos a cinco de ellos. Solamente uno había muerto de asfixia... el que tenía el reloj."

Evidentemente, si la situación hubiera durado diez horas, ninguno se habría salvado. La conclusión no es que una actitud positiva sea capaz por sí misma de evitar desgracias. Sino que cuando creemos y confiamos en que de alguna forma se puede seguir adelante, nuestras posibilidades de avanzar se multiplican.

Así que, adelante.

CDR

2 comentarios:

  1. Pues, eso... habrá que seguir adelante. Siempre hay una esperanza.
    Pmd.

    ResponderEliminar
  2. Por supuesto, hay que seguir adelante, sobre todo cuando se tienen motivos más que suficientes para ello y cuando sabes que hay personas a tu alrededor que te quieren y los comparten.
    Tati.

    ResponderEliminar