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miércoles, 20 de agosto de 2014

RETRATO FAMILIAR

Seguimos con lecturas recomendadas en este verano que vamos apurando -el mes de septiembre, por más que sea casi estival ya no es lo mismo- con la última novela de Enriqueta Antolín, una propuesta diferente, original, de una autora que desentraña con acierto la maraña de la memoria.

  
Enriqueta Antolín (Palencia, 1941) debutó en la narrativa a principios de los noventa con la trilogía La gata con alas, Regiones devastadas y Mujer de aire, demostrando desde el principio una gran capacidad para plasmar la nostalgia de la niñez y de la adolescencia con la mirada retrospectiva del paso del tiempo. Pero es con Qué escribes, Pamela (2012) -finalista del Premio de la Crítica de Castilla y León en 2013-, cuando la autora muestra su madurez narrativa en esta novela originalísima, poco convencional.

Destaca Antolín por el acierto a la hora de trazar el perfil psicológico de sus personajes, las elipsis y alusiones que le permiten prescindir del relato continuo, así como los cambios de perspectiva que enriquecen la narración. A modo de diario, la voz de Pamela, ya adulta, evoca recuerdos, sensaciones, imágenes, retazos, en definitiva, que como si de un mosaico se tratase acaban componiendo la historia de su familia. Una historia de desencuentros, infidelidades, decepciones, rutina. En el relato aparecen solo los datos esenciales, con sucintas descripciones de lugares y personas, como dejando ver la irrelevancia de estos detalles cuando lo que importa son las acciones y los sentimientos que estas provocan. En este sentido, la sencillez -en cuanto a poca artificiosidad- de la narración, así como su pulcritud, es otra de las cualidades de esta novela.

Aunque el argumento gira en torno a muy pocos personajes (la madre, el padre, el profesor boliviano, la vecina), el continuo cambio de enfoques puede dar la impresión de que son más. Efectivamente, encontramos desde capítulos narrados en primera o en tercera persona, incluso en segunda, hasta algunos relatados desde la perspectiva de los diversos personajes, y numerosos saltos temporales que rompen la sucesión cronológica. Una técnica narrativa que consigue el efecto de unos apuntes no ordenados, de un esbozo inacabado, y que logra forzar la colaboración del lector, que en un momento dado necesita descubrir las interioridades de esta familia. Son precisamente las particularidades de la misma las que explicarían la complejidad psicológica y anímica de Pamela, sujeto de la historia a la vez que destinatario de la misma, ya que esta reconstrucción está más bien orientada a esclarecer los pasajes oscuros de su propia memoria que a pergeñar una crónica dirigida a lectores ajenos. De hecho, a la pregunta del padre, que da título a la novela, la hija responde: “Estoy escribiendo nuestra historia.”… “Pero tú no la vas a leer.” ¿No es eso al fin y al cabo un diario?

Esta novela, sin embargo, es algo más. Una historia de infidelidades, apariencias y de cómo la realidad puede tener varias interpretaciones. Pues Pamela indaga en el pasado de su familia, a partir de la crisis del matrimonio, e imagina lo que escribe en su cuaderno secreto, una forma como otra cualquiera de intentar comprender la situación e incluso de entenderse a sí misma. Porque a pesar del perspectivismo, la interpretación esencial es la de la protagonista.

Acertada propuesta de la editorial Menoscuarto con esta autora palentina que desgraciadamente falleció el pasado mes de noviembre en Madrid, donde residía.

¡Feliz lectura!

CDR

1 comentario:

  1. Excelente recomendación, no he leído este último libro suyo, algunos anteriores sí, y su pulso literario era firme y valioso. Lástima por tan triste pérdida.
    Pmd.

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