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domingo, 30 de julio de 2017

FEMINISMO

Según el Diccionario de la Real Academia, el feminismo es la ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres. A priori, aunque muy general, me parece una definición adecuada. No creo que el feminismo se relacione con la igualdad de sexos, pues esta es simplemente imposible en términos biológicos. No creo que ser feminista signifique odiar a los hombres ni ser infeliz por no encontrar a uno como pareja. No creo que el feminismo tenga nada que ver con pintarse los labios o no, llevar o no tacones, o depilarse o dejarse de depilar. El feminismo no detesta los sujetadores, ni el desodorante. En definitiva, el feminismo no es solo cosas de cierto tipo de mujeres. Sino de todas. Y de todos.

Me gustaría que algunas verdades inconscientes cambiaran, como que los puestos más importantes son ocupados por hombres. Me gustaría que algunos gestos inconscientes dejaran de producirse, como ir a tomar algo y que se dé por hecho que la cerveza o el café es para tu acompañante masculino y no para ti, aunque lo has pedido tú de viva voz. Ojalá ningún transeúnte me hiciera indicaciones mientras aparco el coche, como si yo no fuera perfectamente capaz. Ni tuviera que sentirme incómoda al pasar por delante de un grupo de hombres mientras increpan algún supuesto piropo. Quisiera que dejase de existir la explotación sexual, ¿por qué se ve tan mal la oferta y no se censura la demanda de prostitución? Me gustaría que desaparecieran las diferencias laborales entre hombres y mujeres, ¿es justo que una mujer cobre menos con una cualificación idéntica a un hombre? Y hay tantos ejemplos... que no me sirve pensar que la situación ha mejorado, ¡ faltaría más, en pleno siglo XXI! y me dan rabia todas estas cosas. Y a todos debería darnos rabia, porque la rabia puede llevarnos a cambiar las cosas.

Lo que vemos una y otra vez lo asumimos como normal. Pero no lo es. Podría decirse que el mundo está gobernado por hombres, cuanto más arriba miramos menos mujeres vemos. ¿Y qué sentido tiene eso hoy? La única superioridad del hombre, en general, es la fuerza física, atributo muy necesario hace miles de años. Pero en el mundo actual, son mucho más importantes la inteligencia, la creatividad... que es cuestión de personas, no de sexos.

Y el cambio debe empezar por la educación de nuestros hijos y de nuestras hijas, aquí sí, en igualdad. No entiendo por qué a las niñas se las sigue advirtiendo sobre cómo gustar a los niños, seguimos reproduciendo roles de parejas desde muy pequeños, seguimos diciendo a los niños que llorar es de débiles, y un largo etcétera. ¿Por qué no educar para un mundo mejor? Un mundo en el que la masculinidad y la feminidad no sean espacios tan restringidos, un mundo en que los hombres y las mujeres no tengan que demostrar nada, sino simplemente ser en libertad. Como seres sensibles, seres sexuales, seres materiales, seres creativos, seres sin cargas de género... seres humanos, sin más.

Este tema no es fácil, sin duda, pero ha de tratarse. El problema de género sigue siendo hoy un grave problema que no puede difuminarse en la generalidad de los derechos humanos, porque eso supone restar importancia a la problemática concreta de ser mujer. Da igual si es una cuestión cultural, la cultura cambia, porque son las personas las que crean y alimentan la cultura. No acepto una cultura en la que la mujer no sea un ser humano de pleno derecho.

Por eso el feminismo es cosa de todas y de todos. Y se trata simplemente de reconocer el problema y hacer cosas efectivas para solucionarlo.

CDR

1 comentario:

  1. Sobre todo reconocer el problema y actuar. Es difícil, pero no imposible.
    Tati.

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