Vistas de página en total

martes, 11 de septiembre de 2012

MISERIAS HUMANAS

No somos perfectos, todos tenemos fallos y pocos diremos al final de nuestra vida que esta ha transcurrido sin tacha. Pero permítanme el atrevimiento de asegurar que algunas personas encierran en su interior demasiada oscuridad, excesiva miseria. Estos seres humanos caminan por el mundo como una plaga de egoísmo, dejadez, mezquindad, ingratitud y, en general, desamor por la vida y por sus semejantes, pues parece que con nada están contentos, quitan y no dan, mirando siempre por su propio interés, con una sombra constante pegada a sus talones, negrura de sus corazones.

Ya es la vida lo bastante dura como para que vengan estos a empeorarla, a dar empujones a aquellos que sólo intentan ser felices con lo que tienen, conformes con lo que hacen, satisfechos con lo que son. Hacer tropezar a los demás para sobresalir, hacerlos callar para argumentar no con razones sino con gritos, enrarecer el ambiente para contagiar su ruindad, estas son sus principales ocupaciones. ¿Por qué emplear tanto tiempo, tanta energía en esto en lugar de perseverar en lo deseado? ¿Por qué caer tan bajo, envidiar a otros en lugar de aprender de ellos y admirarlos? Por desgracia, los miserables de espíritu no alcanzan a reconocer sus errores.

El ser humano es complejo, qué duda cabe. Aparentemente todos somos iguales, respiramos, sentimos, sufrimos, vivimos, hasta que las circunstancias hacen que cada uno nos mostremos tal cual somos en realidad: sinceros o hipócritas, transparentes o venenosos, arriesgados o cobardes, generosos o egoístas...

Al final, como suele ocurrir, la miseria humana sólo inspira lástima, porque aunque se hiera a otros, es uno mismo el que queda a expensas de esas tinieblas de su interior, sin libertad, sin nitidez, ofuscado de negatividad, privado de una fresca y natural alegría.

Creo que ha quedado claro lo que quiero decir. Por si acaso, estas citas ilustrativas -que demuestran, por otro lado, que las miserias humanas no son nada nuevo-:

"El envidioso enflaquece al ver la opulencia del prójimo." (Horacio)

"Hacer beneficios a un ingrato es lo mismo que perfumar a un muerto." (Plutarco)

"No hemos nacido solamente para nosotros." (Cicerón)

CDR

3 comentarios:

  1. No te creas, querida Cristina, pasan desapercibidos porque logran engatusar a los demás, esconden sus miserias y la envidia puede ser hasta una enfermedad. Lo mejor es alejarse de esas personas, porque como bien dices,la vida ya es bastante dura, así que busquemos a aquellos semejantes con quienes seamos felices. Hermosa entrada la de hoy, que nos debe hacer reflexionar.
    Pmd.

    ResponderEliminar
  2. En plan borde, a mí lo que más me gusta de los miserables es que nunca, nunca consiguen ser felices. La envidia corroe y siempre tendrán a alguien a quien envidiar. Y sí, llegan a dar pena pero, francamente, yo no siento lástima por quien tiene en la vida lo que se ha buscado.

    ResponderEliminar
  3. Después de esta reflexión y de los dos comentarios queda todo dicho. Me sumo.
    Lucía, me sorprendes, para bueno, claro.
    Tati.

    ResponderEliminar