Cuando
regresó del tanatorio, Claudia estaba agotada. La casa le pareció tan vacía que
le dolía el espacio y sólo sentía ganas de acostarse, dormirse y despertarse en
un sueño hermoso y feliz. Cuando alguien muere tan mayor, no duele tanto, se
acepta mejor, lo había oído muchas veces, pero ella no se sentía así. La
pérdida es igual de grande, si no más, porque habían sido los cincuenta y tres
años de su vida junto a ella. ¿Qué haría ahora? Se quitó la ropa, se metió en
la cama y se puso a recordar; el sueño la había abandonado el día anterior.
Sus recuerdos empezaban a los cuatro
años más o menos. Tenía imágenes difusas o tal vez eran sólo retazos de su
imaginación, elaborados con las historias contadas por su madre y las fotos
vistas una y otra vez. Mirta, su madre… Cuánto le había costado aceptar la
verdad cuando se la contó. Después, con el paso del tiempo, lo comprendió, lo
agradeció. A sus cincuenta años, Mirta la había adoptado cuando su madre
biológica la abandonó en la puerta de su casa, para suicidarse luego porque la
vida ya le pesaba demasiado. Mirta era profesora en un instituto marginal y
Lola, una chica de dieciséis años, inteligente y aguda, era su alumna
predilecta. Había perdido a sus padres, con poca diferencia, por sobredosis, y
su mundo era un infierno. Mirta pudo rescatarla en parte con sus clases, con
sus consejos e incluso con su amistad, una vez ganada. Pero todo esto no fue
suficiente para salvarla de sí misma. “Usted sabrá cuidarla. Se llama Claudia,
como a usted le gustaba. Que no me odie.” Con esa breve nota se despidió Lola y
la vida de Mirta cambió para siempre. Después de muchos trámites, consiguió la
tutela legal de la niña, y la crió como a una hija, la que nunca
voluntariamente quiso tener. Siempre había estado demasiado ocupada y nunca
había sentido la necesidad, ni tampoco había encontrado a la persona adecuada.
Sin embargo, a Claudia la quiso desde el primer instante y la convirtió en la
mujer que ahora lloraba sin consuelo por su anciana madre.
CDR
En pequeñas dosis, poco a poco vamos viendo el desarrollo de esta historia que promete.
ResponderEliminarPmd
Esto se pone cada vez más interesante...
ResponderEliminarTati.
¡Bien! Te mantiene enganchada.
ResponderEliminarQue lo disfrutes, Lucía, tú que tantas veces me has pedido una historia continuada.
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