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domingo, 25 de agosto de 2013

CUENTO MASAI

Las historias y leyendas tradicionales, los cuentos que los hombres se han contado unos a otros durante siglos abren una puerta a un mundo mágico, a un universo fantástico. Además, estos relatos nos descubren dudas y preocupaciones universales que desde el principio de los tiempos han conmovido a la humanidad, intentando dar respuesta a los interrogantes sobre el origen de la vida, del hombre, de la naturaleza, de sus criaturas y de sus fenómenos. Asimismo, nos invitan a reflexionar sobre la esencia del amor, la soledad, la amistad... todos los sentimientos, virtudes y defectos que forman nuestra existencia.

A continuación, un ejemplo. Un cuento masai titulado "Las enseñanzas del dios de la lluvia":

Un día, el elefante dijo al dios de la lluvia:
- Te sientes muy orgulloso de haber cubierto de verde la tierra, pero si yo arrancara toda la hierba, todos los árboles y arbustos, ya no quedaría nada verde. ¿Y qué harías entonces?.
El dios de la lluvia replicó:
- Si yo suprimiera la lluvia, tampoco habría nada verde, ni tú tendrías nada que comer. ¿Qué sucedería entonces?
Pero el elefante quería desafiarlo y, a golpe de trompa, comenzó a arrancar todos los árboles, los arbustos y la hierba, para destruir todo el verdor de la tierra.
Así pues, el dios de la lluvia, ofendido, hizo que cesara la lluvia y los desiertos se extendieron por todas partes.

El elefante se moría de sed; excavó en los lechos de los ríos, pero no encontró ni una gota de agua. Por fin, se dio por vencido e imploró al dios de la lluvia:
- Señor, me he portado mal. Fui soberbio y me arrepiento. Por favor, olvídalo y haz que llueva.
El Dios de la Lluvia permaneció callado. Los días se fueron sucediendo, uno tras otro, cada cual más abrasador que el anterior.

El elefante envió al gallo para que intercediera por él ante el dios de la Lluvia.
Después de mucho buscar, el gallo encontró al dios de la lluvia escondido detrás de una nube y le suplicó que hiciera llover, con tanta elocuencia que el dios se ablandó y prometió enviar algo de lluvia.

La lluvia cayó tal como el dios de la lluvia le había prometido al gallo y se formó un pequeño charco cerca de donde vivía el elefante.
Ese mismo día, el elefante salió al bosque a comer y dejó a la tortuga encargada de proteger el charco con estas palabras:
-Tortuga, si alguien viene aquí a beber, les dirás que este es mi charco personal y que nadie puede beber de aquí.
Cuando el elefante se fue, muchos animales sedientos vinieron al charco, pero la tortuga no les dejó beber diciendo:
- Esta agua pertenece a su majestad el elefante; no podéis beber de esta charca.
Pero cuando llegó el león, no le impresionaron las palabras de la tortuga. La miró, le dijo que se fuera y bebió agua hasta calmar su sed. Se fue sin decir palabra. Cuando el elefante volvió quedaba muy poca agua en el charco.

La tortuga intentó defenderse:
- Señor, no soy más que un animal pequeño y los otros animales no me respetan. Vino el león, y yo me aparté. ¿Qué podía hacer? Después de eso, todos los animales bebieron libremente.
El elefante, furioso, levantó la pata y la dejó caer sobre la tortuga con intención de aplastarla. Por suerte, su caparazón la protegió, pero desde entonces está aplastado por debajo.

De pronto, todos los animales oyeron la voz del dios de la lluvia, que dijo:
- No sigáis el ejemplo del elefante. No desafiéis a alguien más poderoso, ni destruyáis lo que luego podáis necesitar, ni encarguéis a alguien más débil que vigile vuestras pertenencias , ni castiguéis a un servidor inocente. Y sobre todo, no seáis orgullosos ni tratéis de quedaros con todo; dejad que los necesitados  compartan vuestra buena suerte.

Este sencillo cuento nos muestra nuestra vulnerabilidad ante la naturaleza. No podríamos vivir sin agua. Sin embargo, cortamos los árboles para construir casas, carreteras, en aras de un progreso que no tiene en cuenta la función de los árboles como cobijo y sostén de la tierra, por ejemplo. Además, si el agua no fluye como debe, destruye todo aquello que encuentra a su paso, por muy fuerte que sea. El ser humano es ese elefante exterminador. Y a pesar de que existe suficiente tierra y agua para todos, el hombre se ha empeñado en desertificar la tierra y sobreexplotar y contaminar el agua...

No creo que haga falta decir más, la enseñanza está clara.

CDR

2 comentarios:

  1. El mensaje es muy claro y, por desgracia, real como la vida misma.
    Tati.

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  2. Siguen existiendo poderosos que no ven a los demás, ¡lástima!
    Pmd.

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