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martes, 24 de julio de 2012

GANA LA SENCILLEZ

El domingo vi la película de David Lynch Una historia verdadera (The Straight Story), de 1999, nominada a un Oscar al mejor actor, dos nominaciones al Globo de Oro, nominada también a la Palma de Oro a la mejor película en el Festival de Cannes, y que obtuvo dos premios del Círculo de críticos de Nueva York. Sin duda un gran éxito para un largometraje que se caracteriza por su sencillez, algo no muy común en las grandes producciones del cine norteamericano.
Se trata de la conmovedora historia de un anciano, Alvin Straight, que convive con una hija discapacitada. A pesar de su achacosa salud, decide emprender un viaje para visitar a su hermano Lyle, que acaba de sufrir un infarto, y con el que no se habla desde hace diez años. Lo sorprendente es que Alvin debe realizar el viaje en una cortacésped, puesto que ni tiene permiso de conducir ni su deteriorada vista se lo permitiría. Un gran reto personal recorrer más de 500 kilómetros en tan singular medio de transporte. A lo largo del camino, Alvin se encontrará con personas a las que ayudará y que también le echarán una mano, escuchará y será escuchado, de modo que esta road movie se convierte en un verdadero canto a la vida. Con importantes temas de trasfondo, como la experiencia de los combatientes en la Segunda Guerra Mundial, la añoranza de la juventud cuando se llega a la última parte de la vida, la solidaridad, la perseverancia y, por supuesto, las relaciones fraternales, esta historia verdadera del señor Straight nos hace reflexionar siquiera un momento sobre las cosas importantes y pone de relieve la naturaleza bondadosa del ser humano. Para el protagonista, este camino supone tanto una reflexión como una expiación de aquello de lo que no se siente orgulloso.
Por otra parte, uno de los aspectos que más me impresionó de la película fue su lentitud. En una época en que estamos condenados a la velocidad, a vivir deprisa, esta película nos permite un momento sosegado, en el que podemos detenernos en los detalles y apreciar el recorrido del personaje con detenimiento. A esto se une una maravillosa banda sonora y una fotografía impecable.
No crean que es una película sensiblera y bucólica. También aparecen la muerte, la mentira, el alcoholismo, el dolor, pero de una forma natural, como parte de la vida, sin recreaciones. Y el resultado es, como he dicho, sencillo -que no simplista- pero profundo.
Una película para sentirla.

CDR

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