Siempre
he sentido cariño y apego por las cosas. Algunos me dicen que demasiado, que
irracional. Porque al fin y al cabo qué son los objetos sino seres inertes, sin
vida y por supuesto sin sentimientos. Y cuando por fin estaba empezando a
superar este hábito quizás infantil y nostálgico, cuando creía estar madurando
en ese sentido, me encuentro con el libro Una
forma de resistencia (2012), de Luis García Montero. Entonces resulta que
alguien entiende las cosas como parte de la existencia. “Las cosas son vigilantes del recuerdo”, dice el autor. Porque
igual que el banquero cuenta sus beneficios o el político sus votos, nosotros
vamos atesorando objetos que cobran vida a nuestro lado, junto a la nuestra
propia.
En un tiempo de consumismo desaforado, en que igual tiramos a la basura
una piel de plátano como un trocito de memoria en cada objeto que desechamos,
hay quienes acumulamos vida en nuestras habitaciones. Porque las cosas que nos
rodean hablan de nosotros; son nosotros en cierta manera. Ahora sé que no soy
la única que estima sus cosas, sus viejas cosas. No están recién compradas,
asépticas –como hoy tiene que serlo todo–, pero acumulan vivencias que las
ligan a mí.
Desde algo tan significativo como la última copa de la cristalería de los abuelos, hasta el ya imprescindible móvil, pasando por cosas tan fútiles como unas sandalias, una escoba o la entrada de un concierto, García Montero expone un inventario de sus cosas más queridas, como si aferrarse a ellas fuera su forma personal de resistencia. Detrás de esta lista, una reflexión sobre la época que vivimos.
Un libro en prosa lleno de poesía, como no podía ser de otra manera tratándose del granadino.
CDR
No he leído el libro de L. García Montero, pero cierto es que vamos acumulando cosas a las que nos aferramos y les tomamos cariño. No deberíamos tirar por tirar, pero tampoco me agradaría que llegara el momento de no saber lo que tengo o dónde lo tengo. Eso sí, aquello que signifique algo especial para mí lo guardaría, siempre que alguien o algo no me lo arrebatara.
ResponderEliminarTati.
Soy aficionado a guardar, hasta que algo hace que esas cosas acumuladas se pierdan. Entonces, me pregunto cómo me siento tras la perdida. Procuro no pensar demasiado.
ResponderEliminarPmd.
A mí me cuesta mucho tirar cosas y cuando al cabo de los años consigo hacerlo me queda un vacío enorme, como si me arrancaran las entrañas. Después pasa como con los seres queridos, te acostumbras a vivir sin verlos pero siempre permanecen contigo.
ResponderEliminar¡Yo sí que acumulo! Y si no, que se lo digan a la de aquí arriba, que tiene una batalla continua conmigo jejeje
ResponderEliminarUn beso grande!!
Paula Marta
La de aquí arriba te va a apañar. Los edificios se te van a caer.
ResponderEliminarTati.