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martes, 26 de febrero de 2013

LO QUE NOS DIFERENCIA

Somos animales, qué duda cabe. Pero hasta con los más parecidos a nosotros, los primates, tenemos una diferencia fundamental: el lenguaje. Si todos los animales nos movemos por satisfacción de nuestras necesidades primarias, al menos el ser humano es dueño de planificar su futuro, cosa que las demás especies no pueden hacer; y eso es gracias al lenguaje. Y, concretamente, el modo subjuntivo del lenguaje es muy significativo. Nosotros podemos hacer predicciones, planes, formular dudas, expresar deseos, mientras que los animales, incluso los que tienen complicados sistemas de comunicación y de vida, no entienden más allá del futuro inmediato que les permite sobrevivir.

Estando esto claro, es evidente que si lo que nos diferencia de los animales es el lenguaje, será imprescindible saber utilizarlo. Y para ello necesitamos de la gramática y de la sintaxis. Porque el simple conocimiento de las palabras no supone el uso adecuado del lenguaje. Una misma palabra con distintos significados, un sujeto en primera persona o en tercera... implican diferentes conceptos que debemos conocer para que el lenguaje sea efectivo. Si usáramos las palabras a nuestro albedrío, sin tener en cuenta las combinaciones que dicta la gramática, no nos diferenciaríamos mucho de los animales, repitiendo sonidos, sin posibilidad de expresar ideas complejas. El dominio del lenguaje es el que nos permite desarrollar nuestras otras aptitudes diferenciadoras: la inteligencia y el pensamiento. El lenguaje humano es capaz de informar sobre todos los aspectos de la realidad. Y hablar no es si no poner en acción los mecanismos fundamentales del pensamiento.

En definitiva, el lenguaje como capacidad y la lengua como realización son los pilares de nuestra superioridad en el reino animal. Hubo momentos dorados en que la retórica era fundamental, el arte de la palabra era valorado. Sin embargo hoy el único animal que es capaz de hablar y razonar ha degradado hasta tal punto la dialéctica, la elocuencia, la argumentación, que ya no nos diferenciamos tanto de los simios gesticulantes y bárbaros, como si hubiésemos sufrido una especie de involución.

Qué paradojico, además, que el propio lenguaje, que nos diferencia de los animales, pueda convertirse en aquello que nos envilece, situándonos por debajo de los que no lo poseen.

CDR


 

2 comentarios:

  1. Deformación profesional, hoy les explicaba a mis alumnos más peques, lo bonito de las palabras, de los versos, un auténtico recorrido por la literatura española. Claro, tan peques, aun no saben esa dimensión de la palabra; y poco más tarde, la sintaxis en 4º con más conocimiento, y valorando la maravilla del lenguaje humano. De animales no hablamos no vaya a ser...
    Pmd.

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  2. Y tan por debajo. A veces estamos mejor calladitos.
    Tati.

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