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jueves, 21 de noviembre de 2013

FÁBULA RUSA

Tal día como hoy, hace ciento sesenta y nueve años, falleció Iván Andreyévich Krylov, comediógrafo y poeta ruso que escribió algunas de las mejores fábulas eslavas de la literatura.
 
Se dio a conocer como escritor satírico en San Petersburgo con obras como El correo de los espíritus (1789) y también escribió algunos dramas y diversas comedias, como Lecciones a las hijas (1807). Fue dos años después cuando publicó una primera colección de veintitrés fábulas que obtuvo un gran éxito. Entre 1810 y 1820 publicó otra serie del mismo género. En la actualidad es considerado el fabulista ruso por excelencia.
 
Inspiradas en Esopo y La Fontaine, las fábulas de Krylov atacan todos los vicios humanos, especialmente la incompetencia, la arrogancia y la estupidez, como crítica a su época. Algo que, pasados los años, podemos seguir aplicando.
 
Un buen ejemplo de la pluma de este ruso singular:
 

Cierto Cocinero, inteligente,
dejó sus ollas y se hizo una corrida
a la taberna (era de pías costumbres y ese día
conmemoraba a un compadre finado),
y a cuidar de las lauchas lo que había preparado
dejó al Gato.
Pero al volver ¿qué ve? En el suelo
restos del pastel; y Vaska el Gato en el rincón,
detrás del barrilito del vinagre,
ronroneando y gruñendo trajina con el pollo.
“¡Ay, angurriento, ay, malhechor!
le reprocha a Vaska el Cocinero,
¿Y no te da vergüenza, aun de estas paredes?
(Pero Vaska así y todo se afana con el pollo.)
¡Cómo! Siendo hasta ahora un Gato honrado,
te ponían como ejemplo de humildad
y mira un poco... ¡ay, qué bochorno!
Qué han de decir ahora los vecinos:
“¡Vaska es un taimado! ¡Vaska es un ladrón!
Y a Vaska no ya a la cocina,
no hay que dejar entrar siquiera al patio,
como a un lobo cebado a los corrales:
¡es lo peor, es la peste, la llaga de estos lares!”
(Y Vaska escucha, y come.)
Tras darle rienda suelta a sus palabras,
mi orador no encontraba final a su sermón.
¿Y bien? Mientras cantaba,
el Gato Vaska dio cuenta del asado.
––––––
Pero yo a algunos cocineros
mandaría llevar al paredón
por que no gasten labia en vano
donde es preciso dar con el bastón.
 
                                                                                      (El gato y el cocinero.)
 


 
 
En este caso, más que ácida sátira, agudeza e ingenio para terminar el día con una sonrisa.
 

CDR

2 comentarios:

  1. Evidentemente, seguimos siendo, incompetentes, arrogantes y estúpidos, quizá como esencia misma de la especie humana. ¿Podríamos cambiar?
    Pmd

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  2. Todos los días deberíamos acabarlos con una sonrisa.
    Tati.

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