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martes, 22 de abril de 2014

SENCILLEZ

Parece contradictorio, pero lo sencillo resulta hoy en día muy difícil de conseguir, incluso la sencillez tiene cierto sentido despectivo en nuestra sociedad, como si fuera algo básico, primitivo o pobre. En nuestro mundo de hoy el valor viene a través de la complicación, la élite, el artificio.

Sin embargo, la sencillez es la ausencia de engaño, ambigüedad o recoveco alguno. La sencillez es un valor a defender, pues hemos construido un mundo tan sofisticado, tan alejado de la naturaleza, con tantas cosas que se interponen entre nuestra percepción y los acontecimientos, que cada vez nos resulta más difícil acceder a lo sencillo. De esa manera podríamos vivir de un modo más relajado.

Abrir la ventana por la mañana y observar el cielo en vez de consultar la noche anterior la predicción del tiempo.

Sentir el calor de un abrazo amigo, de un beso amoroso, de unas palabras cercanas en vez de teclear y vivir relaciones virtuales.

Disfrutar de la belleza y la utilidad de las cosas simples en vez de caer en las redes de las campañas publicitarias, que promueven, para su propio beneficio, esta sociedad de consumo.

Saludar a las personas con las que nos cruzamos en un camino poco transitado, aunque sean desconocidas, en vez de pasar por el lado de un semejante y no tratarlo como tal.

Y un largo etcétera. Que se basa, sencillamente, en desterrar de nuestra vida la intriga, los chismes, la falsedad, la complicación, acercándonos por el contrario al equilibrio y a la plenitud que supone el contacto con la verdad más pura.

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Mientras escribo esta entrada me viene a la cabeza un bello poema de Pedro Salinas que algo tiene que ver:

El alma tenías
tan clara y abierta,
que yo nunca pude
entrarme en tu alma.
Busqué los atajos
angostos, los pasos
altos y difíciles...
A tu alma se iba
por caminos anchos.
Preparé alta escala
—soñaba altos muros
guardándote el alma—
pero el alma tuya
estaba sin guarda
de tapial ni cerca.
Te busqué la puerta
estrecha del alma,
pero no tenía,
de franca que era,
entradas tu alma.
¿En dónde empezaba?
¿Acababa, en dónde?
Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma.


Un amor imposible limitado por las complicaciones que uno mismo se impone.

CDR

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