Llega un momento en que lees lo que has escrito siendo niña, adolescente, más joven, te avergüenzas y lo destruyes. Si conservas algo es porque ha escapado a tu duro escrutinio, guardado en un recóndito rincón.
Pienso que somos lo que somos hoy gracias a todo lo que hemos vivido y, por qué no, a todo lo que hemos escrito. Por eso rescato hoy esta poesía, a riesgo de parecer ridícula, claro.
Esta se salvó, hoy la he releído y no me parece tan mal. La escribió quien yo era en aquel día, de aquel año. Voy a darle a "publicar" antes de que me arrepienta.
A veces me hacen sentir
inconsistente.
A veces me hacen sentir
que vuelvo a ser la espina del rosal
que teme hacer daño
a quien se atreva a cortar la rosa.
A veces me pregunto
qué he hecho yo
para que quieran dejarme anclada al tallo.
A veces me gustaría ser un río
y no un dolor escurriéndose de la vida.
A veces consiguen desvelarme
y convertirme en nada.
No soy una espina, ni una rosa, ni un río...
Simplemente soy yo.
Pero a veces
lo único que tengo es la duda
que me hacen tener,
idéntica cada noche.
CDR
ya escribías muy bien, ahora también. Enhorabuena por tu blog que leo a menudo. María Romero.
ResponderEliminarGracias, María. Por el comentario y por seguirme.
EliminarLo importante es vivir, escribir, revivir, rescribir... Todo sirve en esta vida, tan hermosa como compleja.
ResponderEliminarPmd.
Todo lo que se hace en esta vida, incluso escribir, tiene su momento, su época, su sitio y, por lo tanto, su encanto. Sigue guardando, aunque yo me haya convertido ya en las de tirar.
ResponderEliminarTati.