Si una persona, animal o cosa es objeto de tal determinación, también se denomina capricho.
En el ámbito del arte, un capricho es una obra en que el ingenio o la fantasía rompen la observancia de las reglas.
En música, una pieza compuesta de forma libre y fantasiosa es un capricho.
Todo esto, etimológicamente hablando, porque en el lenguaje común, un capricho es una voluntad veleidosa, momentánea, de algo normalmente innecesario o prescindible. No están los tiempos para muchos caprichos.
Sin embargo, en estos días, más allá de las desaforadas campañas comerciales, todos podemos concedernos algunos caprichos:
Olvidarnos del despertador y quedarnos un rato más en la cama.
Darnos un baño espumoso de agua caliente.
Tomar unas castañas asadas en la lumbre.
Disfrutar de la familia y de los amigos.
Leer un buen libro arropados con una manta en el sofá.
Respirar el helor nocturno, contemplar las estrellas y admirar la luna.
(...)
Encontrarnos con nosotros mismos y descubrir las pequeñas cosas que no valen dinero y dan verdadero sentido a la vida.
CDR
Me quedo con el último pensamiento, porque encontar (nos) y descubrir las pequeñas cosas, no tiene precio alguno.
ResponderEliminarPmd.
Y yo, haga comentarios o no, tengo el capricho diario de entrar en tu página y pasearme por tus palabras.
ResponderEliminarA mí me gustaría darme algunos caprichos, no tienen nada que ver con la cuestión monetaria, sólo son pequeños deseos, pero la prudencia me frena.
ResponderEliminarTati.