Tomas
Transtömer (Estocolmo, 1931) era prácticamente un desconocido para el gran
público hasta que la Academia Sueca
le concedió el Nobel de Literatura en 2011, a sus ochenta años. Esto a pesar de que
su obra ha sido traducida a más de cincuenta idiomas y se trata del poeta
escandinavo vivo más relevante. En España, encontramos la mejor aproximación a
su poética en la editorial Nórdica. Como su traductor, Roberto Mascaró, afirma,
las lenguas son barreras superables y la poesía de Tranströmer es universal. Si
todavía no lo conocen, ahora es buen momento para descubrir a este poeta de la
sencillez, la humanidad y la búsqueda de respuestas.
El
15 de abril de 1931 vino al mundo Tomas Tranströmer. Sus padres se divorciaron
cuando el niño tenía tres años. Esta soledad provocada por el padre ausente
condicionó sin duda su infancia, así como el hecho de ser cuidado por una
criada mientras su madre estaba en el trabajo. La figura masculina que Tomas
tuvo en esta época como referente fue su abuelo paterno, piloto náutico, que
llegó a ser su amigo íntimo. La diferencia ente ellos era de 71 años, la misma
que la de este con su abuelo (nacido en 1789), así que en sus fantasías, el
niño creía tocar la historia con sus manos, oyendo al anciano hablar la lengua
del siglo XIX, contándole episodios como el asalto a la Bastilla. Como
intuyendo ya su destino, empezó a escribir a muy temprana edad. A los trece
años ya estaba esbozando lo que sería su primer poemario. Fue un niño asiduo a
los museos y a las bibliotecas; le gustaba especialmente la de Medborgarhuset,
en Söder, barrio donde vivía. Allí solicitaba libros que le eran vedados por su
corta edad, y se encontraban en la sección de adultos, sus temas favoritos eran
la historia y la geografía. A través de los diarios, a sus nueve años,
estudiaba el mapa de la guerra y se contaba entre los enemigos de Hitler; él no
entendía de política pero se sentía comprometido con esa causa. No es raro que
su maestra en la escuela popular Katarina Norra dijera de él que era muy
“especial”, pues sin duda tenía inquietudes e intereses diferentes a los de los
niños de su edad. A Tomas le daba pánico que lo considerasen anormal, porque en
el fondo intuía que lo era.
Cursó
sus estudios de Secundaria en la escuela Södra Latin. A los quince años, debido
a un episodio de ansiedad nocturna, sufrió un ataque de epilepsia que supuso un
cambio en su vida. A partir de entonces se dedicó al piano, puesto que la
música lo había sacado de la crisis. Fue durante sus estudios de Bachillerato
en latín donde descubrió Tranströmer los versos clásicos. Traduciendo a Horacio
bajo la severa mirada de su profesor, descubrió las reglas de la poesía. En el
otoño de 1948 ya había publicado el joven Tomas algunos poemas en el periódico
de la escuela, pero la idea del verso de medida clásica surgió después. Posteriormente,
se graduó en Psicología, Historia de la Literatura e Historia de las Religiones en la Universidad de
Estocolmo. En 1957 conoció a la que sería su esposa para toda la vida, Monica
Bladh, cuando ella apenas tenía diecisiete años. Se casaron y tuvieron dos
hijas.
Antes
de abandonar la
Universidad , estuvo allí trabajando en el departamento de
psicometría. Pero después, durante un largo periodo de tiempo, Tranströmer
trabajó de terapeuta en establecimientos hospitalarios y penitenciarios -como
la prisión para jóvenes de Roxtuna-, conociendo de primera mano vidas rotas que
él trataba de recomponer. No es extraño, pues, el profundo conocimiento del
alma humana que muestra en su poesía. Siempre compaginó su trabajo con la
escritura, pero será a partir de la década de los setenta cuando pueda ya vivir
de su obra, dándose a conocer dentro y fuera de Suecia. Se inicia así una etapa
intensa y prolífera en cuanto a producción poética.
En
1990, con 59 años, el escritor sufrió una hemiplejia que le paralizó el lado
derecho del cuerpo y le privó de la facultad del habla, pero no así de su
capacidad de comunicarse, su lenguaje quedó intacto. Además, su amor por la
música lo salvó de nuevo, y poder tocar el piano y escribir con su mano
izquierda, sentir la melodía y la fuerza de las palabras, lo sacó de la
oscuridad. Tanto como el apoyo incondicional de su esposa Mónica, intérprete en
su comunicación con el mundo.
Sorprende
que en 1974 escribiese: Entonces llega el
derrame cerebral: parálisis en el lado derecho / con afasia, solo comprende frases
cortas, dice palabras / inadecuadas. /Así, no lo alcanzan ni el ascenso ni la
condena. / Pero la música permanece, sigue componiendo en su propio / estilo… Unos
versos que resultarán premonitorios.
Desde
que publicó su primer libro, con tan solo veintitrés años, Tomas Tranströmer no
ha dejado de escribir. Ya en estas composiciones se intuye la habilidad técnica
y la maestría con la palabra que desarrollará el poeta, y aparecen algunos
temas que estarán presentes en toda su obra. Un ejemplo ilustrativo sería
“Archipiélago otoñal. Tormenta”, donde se centra en el misterio de la
naturaleza: De pronto, el caminante
encuentra aquí el viejo / enorme roble, como un alce petrificado con su
interminable / cornamenta, frente a la fortaleza verdinegra / del mar de
septiembre. / Tormenta nórdica. Es el tiempo en que / los racimos de serbas
maduran. Despierto en la oscuridad, / oigo a las constelaciones piafar en sus
establos, / en las alturas, sobre los árboles.
Otro
tema presente en su obra es la incomunicación, cómo las palabras no bastan para
expresarnos. Cualquier poema de Tranströmer nos sirve para comprender su manera
de enfrentarse a la realidad, la personalísima mirada con que contempla la
naturaleza, las metáforas imposibles, el intimismo, la incomunicación o su
interpretación del surrealismo y del expresionismo, que hacen innecesario
etiquetar su obra.
Cuando
Tomas Tranströmer aparece en el panorama literario sueco, la tendencia general
era de un realismo social casi ramplón y de un experimentalismo sin demasiada
importancia. Así, al principio, el delicado equilibrio intimista de Tranströmer
no encontraba cabida en ese panorama y fue encasillado en el llamado
surrealismo tardío. Sin embargo, pronto arrolló el poeta por su originalidad y
la suma entre sus poderosas imágenes y la concreción aprendida de los versos
horacianos. Siguiendo los pasos de la lírica nórdica, fue evolucionando hacia
la sencillez expresiva, pero de una manera a la vez tan personal que la
naturalidad y desnudez de sus imágenes lo hacen único. Tranströmer se deshace
de todo lo que estorba en el poema, tanto en lo que se refiere a gramática como
a la identidad del propio poeta. Sin duda, su personalidad incide en las raras
asociaciones de sus imágenes. No se trata de una voluntad puramente
esteticista, sino de una intención de desaparecer hasta que las cosas se reúnan
por sí solas. En este sentido, el poeta sueco siempre ha rehuido al héroe de la
poesía comprometida tanto como al autor difunto, ausente pero cargado de
atributos. En sus poemas, Tranströmer aparece tal y como es, vivo y paradójico.
A
partir de la década de los ochenta, el poeta se aleja de la escritura más
personal para centrarse en lo contingente. Sus poemas se acercan al haiku,
atraído por la economía, la ausencia de retórica, la plasticidad de la estrofa
japonesa. Tranströmer hace un fabuloso esfuerzo por mantener la fórmula
silábica propia del haiku (5-7-5) en su idioma sueco. La naturaleza se hace
omnipresente, junto a la idea de la muerte, de la insignificancia del ser
humano. Un muro, el mar. / Oigo graznar
gaviotas: / ellas saludan. O Se cayó
el techo / y los muertos me ven. / Este es el rostro. Falto de palabra, el
haiku se convierte en el mejor vehículo para mostrar su visión de poesía como
lenguaje.
Tomas
Tranströmer fue acusado en numerosas ocasiones por sus coetáneos de eludir el
compromiso político en su poesía, pero él nunca se dejó guiar por los cantos de
sirena de los panfletos, que lo desviaban de lo esencial. Se puede decir que el
tiempo le ha dado la razón y su estilo genuino, su poesía de las pequeñas cosas
es lo que hace que sea universal, atemporal, válido más allá de momentos históricos
e ideologías políticas. Su compromiso ha sido el de luchar por un mundo mejor,
tanto en su vida como con su poesía de estilo introspectivo y versátil, basada
en la experiencia y en la realidad circundante. No obstante, Tranströmer también
ha criticado libremente a su país sin dejar por ello de considerarse un sueco
integrado y orgulloso de serlo; especialmente es la destrucción de la sociedad
sueca humanista a favor de una funcionalidad vacía lo que más le molesta. Gentes con un futuro / en lugar de un
rostro.
La
finalidad de la poesía de Tranströmer es intentar entender el mundo. Su estilo, hecho de pequeños gestos.
Fantástico sentir como el poema crece
mientras voy encogiéndome.
Crece, ocupa mi lugar.
Me desplaza.
Me arroja al nido.
El poema está listo.
CDR
Grandes desconocidos los nórdicos, buena entrada. La palabra/ el poema crece, el mundo se achica. ¡cuánta sabiduría!
ResponderEliminarPmd.