En este domingo preotoñal, ya con temperaturas fresquitas y rutina casi vuelta a instalar en casa, es una magnífica opción retomar también el hábito de la lectura y coger entre manos un buen libro. Mi recomendación hoy es una interesante novela de Muñoz Molina, con tintes policíacos, mucha introspección, y asentada sobre hechos reales.
La
larga y prolífica trayectoria literaria de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaen,
1956) avala esta última novela del autor, titulada Como la sombra que se va (2014), una ingente obra tanto por su
argumento, como por su volumen, muy ambiciosa. Desde que en 1986 apareciera su
primera novela, Beatus Ille, Muñoz
Molina no ha dejado de escribir, colaborando con sus novelas, relatos, ensayos,
con su vocación literaria en fin, al engrandecimiento de la literatura hispánica
contemporánea. En 1995 fue elegido miembro de la Real Academia de la Lengua y
ha recibido numerosos reconocimientos. Galardonado en 2013 con el Premio
Príncipe de Asturias de las Letras, los soportes argumentales que utiliza en
esta novela son, por un lado, los días que pasa en Lisboa el asesino de Martin
Luther King, James Earl Ray, tras el crimen y, por otro, los días transcurridos
en la misma ciudad de un joven funcionario con fuerte inclinación a la
escritura, que resulta ser el propio Muñoz Molina, para terminar su novela.
Así, de la rememoración del proceso de El
invierno en Lisboa (1987) y de la lectura de los archivos del FBI sobre el
crimen racial de King, surge hoy una trama que nada tiene que envidiarle a las
novelas policíacas y, al mismo tiempo, una profunda reflexión sobre la
escritura, que se convierte en una verdadera teoría de la novela, sin abandonar
ingredientes tan importantes como el amor, la familia o la condición humana.
La curiosidad nunca saciada del
lector por saber si lo que lee tiene que ver verdaderamente con el autor de la
novela queda en este caso totalmente satisfecha por la franqueza que se muestra
en un relato introspectivo a la vez que pulcramente escrito, como ya nos tiene
acostumbrados el escritor jienense. Una novela a tres voces que no presenta,
sin embargo, ningún tipo de desequilibrio ni supone confusión alguna para el
lector. De hecho, uno de sus grandes aciertos es la unidad de la que está
dotada. Por momentos, el joven escritor, el escritor de hoy –que siendo la
misma persona, se diferencian por un espacio temporal de casi treinta años– y
el asesino parecen mezclarse en una conciencia única coincidente en el
sufrimiento vital. Mientras que la ciudad de Lisboa vertebra el argumento con
su omnipresencia y su poderosa influencia sobre los personajes. Ambos huyen de
algo y Lisboa es el refugio que encuentran para de una u otra forma solucionar
sus problemas; y es Lisboa donde se desatan los recuerdos del escritor
presente, como si de una especie de palpitación se tratase, que le llevan a
elaborar esta trama.
Porque el punto de partida es un
viaje del autor en 2012 a la capital portuguesa para encontrarse con su hijo
menor, el que tenía apenas un mes de vida cuando él se ausentó de casa en las
entrañables fechas navideñas, con el consecuente sentimiento de lucha interna
entre la empecinada vocación literaria y las obligaciones familiares. El
recuerdo doloroso del pasado y de la historia de Earl Ray, magistralmente enlazados,
desencadenan una narración en dos tiempos desde la perspectiva del presente. Sin
embargo, no es tan sencillo como pueda parecer: tres voces, una ciudad,
ausencia de diálogos, acción latente, proceso creativo. Todos estos elementos,
sometidos a la pluma soberbia de Muñoz Molina, dan como resultado una visión
sobre la cara más desoladora de la historia americana, así como un
pormenorizado recorrido por lo que es la confección de una novela, elección de
la voz narrativa, desarrollo de la trama e inevitable desenlace. Efectivamente,
la descripción del hombre blanco, lector de novelas de detectives, obras
esotéricas y enciclopedias obsoletas, profundamente racista, que decide acabar
con la vida del carismático líder negro, cobra absoluto sentido con la propia
descripción de la víctima en las últimas horas antes de morir. No importa el
brillo del personaje, su capacidad retorica ni de mover a las multitudes, sino
que se muestran sus debilidades y su agobio existencial. De modo que la
sordidez, la miseria y la mezquindad humanas arrojan luz sobre los grandes
misterios humanos y, en este caso, incluso políticos. Expuesta queda también,
como nexo de unión, la propia desdicha del autor ante las elecciones que uno
mismo hace pero a las que parece estar abocado fatalmente; lo casual, lo
inopinado suele dirigir la realidad. Destaca, desde luego, la magnífica labor
de documentación realizada por el de Úbeda para ambientar la historia y dejar
bien atado todo lo que se refiere a la realidad histórica. No obstante, empezamos
leyendo una novela sobre el asesino de Luther King, que se hace pasar por otro en
su huida, y acabamos sabiendo muchísimo del autor que escribe su propia
historia de rencuentro consigo mismo y con el amor, amparándose en la
recreación de este importante episodio americano. Finalmente, el resultado es
un apasionante relato de intriga, secretos, recuperación de la memoria y
reflexión literaria.
Como
la sombra que se va aborda temas recurrentes en la obra de Muñoz Molina,
desde el juicio que aportan los años y la experiencia. La atmósfera asfixiante,
la meticulosa descripción del mal en Plenilunio
(1997) aparecen aquí claramente, o el perfil del psicópata al que se enfrenta
el protagonista nos recuerda sobremanera al dibujo del asesino Ray; la
dificultad para encontrar el punto de vista narrativo, que llevó a un proceso
de siete años para Beatus Ille, está
tratado aquí de forma soberbia; la fragilidad del instante, la construcción de
la propia identidad, la evocación del pasado como forma de entender el
presente, manejados en todos sus escritos, sobresalen en esta novela madura de
transparencia narrativa. Si la publicación de El invierno en Lisboa cambió la vida del autor, al consagrarlo como
escritor y sacarlo de su anodina existencia de funcionario, es en el presente,
con esta magnífica novela, cuando se consolida el proceso de aprendizaje. Un
relato sobre la dificultad de aprender a vivir, de aprender a escribir. En
cuanto a las confesiones personales que se realizan, suponen, por su franqueza
y claridad, un verdadero examen de conciencia que conecta con el interés de
Muñoz Molina por la vulnerabilidad de los derechos humanos. Una vez abiertos
los archivos del FBI sobre el magnicidio y situado en la misma Lisboa por la
que vagó el asesino durante diez días, como él años después con sus cargas a
cuestas, escribir esta historia de obsesiones se convierte en un perfecto
ejercicio expiatorio. Un autorretrato del propio autor, donde aparecen sus
ideales literarios, su maestro Onetti, sus culpas, su salvación.
No tiene desperdicio.
¡Feliz lectura!
CDR
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