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domingo, 17 de septiembre de 2017

APRENDIZAJE

En este domingo preotoñal, ya con temperaturas fresquitas y rutina casi vuelta a instalar en casa, es una magnífica opción retomar también el hábito de la lectura y coger entre manos un buen libro. Mi recomendación hoy es una interesante novela de Muñoz Molina, con tintes policíacos, mucha introspección, y asentada sobre hechos reales. 


La larga y prolífica trayectoria literaria de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaen, 1956) avala esta última novela del autor, titulada Como la sombra que se va (2014), una ingente obra tanto por su argumento, como por su volumen, muy ambiciosa. Desde que en 1986 apareciera su primera novela, Beatus Ille, Muñoz Molina no ha dejado de escribir, colaborando con sus novelas, relatos, ensayos, con su vocación literaria en fin, al engrandecimiento de la literatura hispánica contemporánea. En 1995 fue elegido miembro de la Real Academia de la Lengua y ha recibido numerosos reconocimientos. Galardonado en 2013 con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, los soportes argumentales que utiliza en esta novela son, por un lado, los días que pasa en Lisboa el asesino de Martin Luther King, James Earl Ray, tras el crimen y, por otro, los días transcurridos en la misma ciudad de un joven funcionario con fuerte inclinación a la escritura, que resulta ser el propio Muñoz Molina, para terminar su novela. Así, de la rememoración del proceso de El invierno en Lisboa (1987) y de la lectura de los archivos del FBI sobre el crimen racial de King, surge hoy una trama que nada tiene que envidiarle a las novelas policíacas y, al mismo tiempo, una profunda reflexión sobre la escritura, que se convierte en una verdadera teoría de la novela, sin abandonar ingredientes tan importantes como el amor, la familia o la condición humana.

La curiosidad nunca saciada del lector por saber si lo que lee tiene que ver verdaderamente con el autor de la novela queda en este caso totalmente satisfecha por la franqueza que se muestra en un relato introspectivo a la vez que pulcramente escrito, como ya nos tiene acostumbrados el escritor jienense. Una novela a tres voces que no presenta, sin embargo, ningún tipo de desequilibrio ni supone confusión alguna para el lector. De hecho, uno de sus grandes aciertos es la unidad de la que está dotada. Por momentos, el joven escritor, el escritor de hoy –que siendo la misma persona, se diferencian por un espacio temporal de casi treinta años– y el asesino parecen mezclarse en una conciencia única coincidente en el sufrimiento vital. Mientras que la ciudad de Lisboa vertebra el argumento con su omnipresencia y su poderosa influencia sobre los personajes. Ambos huyen de algo y Lisboa es el refugio que encuentran para de una u otra forma solucionar sus problemas; y es Lisboa donde se desatan los recuerdos del escritor presente, como si de una especie de palpitación se tratase, que le llevan a elaborar esta trama. 

Porque el punto de partida es un viaje del autor en 2012 a la capital portuguesa para encontrarse con su hijo menor, el que tenía apenas un mes de vida cuando él se ausentó de casa en las entrañables fechas navideñas, con el consecuente sentimiento de lucha interna entre la empecinada vocación literaria y las obligaciones familiares. El recuerdo doloroso del pasado y de la historia de Earl Ray, magistralmente enlazados, desencadenan una narración en dos tiempos desde la perspectiva del presente. Sin embargo, no es tan sencillo como pueda parecer: tres voces, una ciudad, ausencia de diálogos, acción latente, proceso creativo. Todos estos elementos, sometidos a la pluma soberbia de Muñoz Molina, dan como resultado una visión sobre la cara más desoladora de la historia americana, así como un pormenorizado recorrido por lo que es la confección de una novela, elección de la voz narrativa, desarrollo de la trama e inevitable desenlace. Efectivamente, la descripción del hombre blanco, lector de novelas de detectives, obras esotéricas y enciclopedias obsoletas, profundamente racista, que decide acabar con la vida del carismático líder negro, cobra absoluto sentido con la propia descripción de la víctima en las últimas horas antes de morir. No importa el brillo del personaje, su capacidad retorica ni de mover a las multitudes, sino que se muestran sus debilidades y su agobio existencial. De modo que la sordidez, la miseria y la mezquindad humanas arrojan luz sobre los grandes misterios humanos y, en este caso, incluso políticos. Expuesta queda también, como nexo de unión, la propia desdicha del autor ante las elecciones que uno mismo hace pero a las que parece estar abocado fatalmente; lo casual, lo inopinado suele dirigir la realidad. Destaca, desde luego, la magnífica labor de documentación realizada por el de Úbeda para ambientar la historia y dejar bien atado todo lo que se refiere a la realidad histórica. No obstante, empezamos leyendo una novela sobre el asesino de Luther King, que se hace pasar por otro en su huida, y acabamos sabiendo muchísimo del autor que escribe su propia historia de rencuentro consigo mismo y con el amor, amparándose en la recreación de este importante episodio americano. Finalmente, el resultado es un apasionante relato de intriga, secretos, recuperación de la memoria y reflexión literaria.

Como la sombra que se va aborda temas recurrentes en la obra de Muñoz Molina, desde el juicio que aportan los años y la experiencia. La atmósfera asfixiante, la meticulosa descripción del mal en Plenilunio (1997) aparecen aquí claramente, o el perfil del psicópata al que se enfrenta el protagonista nos recuerda sobremanera al dibujo del asesino Ray; la dificultad para encontrar el punto de vista narrativo, que llevó a un proceso de siete años para Beatus Ille, está tratado aquí de forma soberbia; la fragilidad del instante, la construcción de la propia identidad, la evocación del pasado como forma de entender el presente, manejados en todos sus escritos, sobresalen en esta novela madura de transparencia narrativa. Si la publicación de El invierno en Lisboa cambió la vida del autor, al consagrarlo como escritor y sacarlo de su anodina existencia de funcionario, es en el presente, con esta magnífica novela, cuando se consolida el proceso de aprendizaje. Un relato sobre la dificultad de aprender a vivir, de aprender a escribir. En cuanto a las confesiones personales que se realizan, suponen, por su franqueza y claridad, un verdadero examen de conciencia que conecta con el interés de Muñoz Molina por la vulnerabilidad de los derechos humanos. Una vez abiertos los archivos del FBI sobre el magnicidio y situado en la misma Lisboa por la que vagó el asesino durante diez días, como él años después con sus cargas a cuestas, escribir esta historia de obsesiones se convierte en un perfecto ejercicio expiatorio. Un autorretrato del propio autor, donde aparecen sus ideales literarios, su maestro Onetti, sus culpas, su salvación.

No tiene desperdicio.

¡Feliz lectura!

CDR

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